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DUNA: La belleza del horror (PARTE I)

A esta altura y con la repercusión que han tenido las películas,

¿Qué se puede escribir nuevo sobre Duna?

Pues bien, aquí vamos y lo hacemos con todo.

Pero antes una pequeño aviso: Los artículos publicados en esta la plataforma Peliplat tienen por lo general alrededor de 1200 palabras, esa es la convención, y está muy bien.

Sin embargo, en este me excederé un poco. Sí, bastante.

Es que después de todo el director de Duna, Denis Villeneuve también se pasó varios minutos de la duración promedio de una película.

Esperamos estar a la altura.

Así y todo, esta nota la voy a dividir en dos partes (como la misma Duna) ya que son tantos los elementos a analizar (y no vamos a dejar nada afuera) que se requiere más espacio para mayor reflexión.

DUNA: PRIMERA PARTE

Para quienes ya vieron la primera parte y conocen su argumento y trama, diremos que entre una y otra hay diferencias sustanciales. Para quienes aún no la vieron…

¿Qué esperan? ¡Corran a donde fuere que la estén pasando!

Es una película imprescindible. Es una nueva obra maestra. Y no es que sea un fanático (si lo soy, pero de Star Wars) sino que después de ver cientos y acaso miles de productos audiovisuales, raramente uno se encuentra con algo que lo deslumbre. Y esta puesta supera casi todo lo visto hasta hoy. Es ágil, madura, atrevida y potente.

Vamos a reseñar un poco este filme (sin grandes spoilers, pero teniendo en cuenta que fue estrenada en el 2021, es decir hace ya 3 años).

Por otro lado afirmo que es de las películas que se pueden ver muchas veces y por diferentes razones.

Más allá de la trama (que tiene sus misterios, vueltas y giros inesperados) hay algo de circunferencia perfecta en esta historia. Su universo contiene la lógica de mundos con sentido propio. Es como leer una saga mitológica cuyo final sabemos de antemano pero nos gusta igual. Así como los niños que quieren oír o ver una y otra vez la misma historia. Duna pertenece a ese segmento de obras en donde no es tan importante saber o no el final sino disfrutar el proceso.

Tiene foco en todas las áreas del cine. Las actuaciones son creíbles, vitales y convincentes, la fotografía descolla y nos pone contra la pared como la misma tormenta del desierto. El sonido es una rareza de refinamiento, sin altisonancias, sin intentos complacientes de agradar. Solo lo justo y necesario. Aquello que hace que la narración avance.

NARRATIVA MITOLÓGICA

En términos de narrativa audiovisual es importante hacer notar que la obra en sí misma, es decir la novela en varias partes de Frank Herbert, es larga, compleja, sinuosa y multidimensional. Está dividida en seis partes:

  1. Dune" (1965) - "Dune: La saga completa" o simplemente "Dune"
  2. "Dune Messiah" (1969) - "El Mesías de Dune"
  3. "Children of Dune" (1976) - "Los hijos de Dune"
  4. "God Emperor of Dune" (1981) - "El emperador-dios de Dune"
  5. "Heretics of Dune" (1984) - "Los herejes de Dune"
  6. "Chapterhouse: Dune" (1985) - "La Casa Capitular: Dune"

Con lo cual, se pueden imaginar que hacer las películas no es tarea sencilla.

Además, siendo una saga cronológica y mítica, hay mucha información, personajes y momentos que conforman ese universo, por ello no es para ver mientras “hago otra cosa” y está pensada esencialmente como una experiencia de “ir al cine” (ideal al Imax) porque al igual que Oppenheimer, se trata de una puesta gigantesca en términos de relato cinematográfico. Un espacio para disfrutar (y sufrir) totalmente embebidos nuestros sentidos en ese mundo. Porque Duna es desmesurada, tan abierta y ardiente como las arenas de los desiertos de Arrakis, tan intensa como sus habitantes los Fremen, tan terrible como la crueldad de los Harkonnen, tan extraña como las costumbres de las casas nobles y por último, tan salvaje como sus gusanos de arena. Duna es una obra completa, autocontenida, cercana y distante, atractiva y lejana, inconmensurable y bestial. Y así está contada. Sin miramientos, sin concesiones, sin endulzar la realidad de sus personajes.

EL SONIDO DEL DESIERTO: UNA UNIDAD SIMBÓLICA

La construcción sonora abarca siempre varios sub campos como la música, los diálogos, el ambiente, el foley y los efectos especiales de sonido. En este caso tenemos también que la construcción musical incluye el universo propio del mundo de Duna. Para ello se ha convocado a la artista, cantante y productora Loire Cotler que trabaja con su voz en búsquedas poco convencionales, en rítmicas y canto de armónicos para dar una voz al desierto. Sumado al resto de los ítems sonoros, la banda completa es de una resplandeciente sonoridad que converge en cada acción, sea por su fuerte acento como por su ausencia total.

Este tipo de aproximaciones suelen estar más cerca de los productos poco convencionales y aún experimentales, pero Villeneuve ha reunido un equipo tan formidable que, al fin de cuentas, logra una magnificación de la experiencia, y esto es tanto en lo visual como en lo sonoro.

No hay fragmentación en esta saga. La primera parte es en realidad un preámbulo que nos prepara para la segunda. De esta forma, al igual que en una sinfonía (por ejemplo la Novena de Beethoven) se va instalando la melodía principal en segmentos más cortos y con menos intensidad para luego, hacia el final, hacerlo estallar hasta lo inimaginable. De la misma manera está distribuida la información y las escenas en Duna. La primera parte, más tranquila, adelanta sin embargo la fuerte acción que desplegará la segunda, poniendo el foco en las actitudes, los gestos, los desafíos y emociones de los personajes. Solo hacia el final hay un estruendo guerrero, dejándonos con más ganas de ver lo que sigue.

Es que aquí importa como se ha llegado a la situación imperante, a este status quo. Sabemos que la familia Atreides ha sido traicionada, que los Harkonnen están detrás de todo y quién sabe quién más… Sabemos que nadie le tiene miedo a nada y que la guerra solo escalará hacia otras dimensiones. Sabemos que es imposible que las aguas se aquieten, que la muerte de muchos solo hace que se fortalezca la voluntad de unos pocos. Nos vamos enterando sobre la profecía que cuenta que habrá un Elegido y al parecer se trata de Paul. Que su madre es una Bene Gesserit y que no queda muy claro para que bando realmente juega.

Pero sobre todo, vamos entendiendo el inmenso poder y maledicencia del Barón Harkonnen.

Mientras flota con su enorme masa, gordo e hinchado, algo enfermizo, pero a su vez raramente vital, domina a todos a través del terror y la fuerza. Vemos como sus asistentes le tienen pánico, sus ayudantes le tienen terror y sus parientes (sobrino) lo miran como quien está a punto de morir en cada momento.

Sabemos que Rabban es poderoso y cruel también, pero más por el terror que siente que por su vocación de poder. Entendemos que se trata de castas guerreras que solo respetan la fuerza y la astucia.

Y en medio de ese maremágnum de situaciones, la caída de la casa Atreides se vuelve un hito histórico de singular importancia.

Conocemos a los personajes y nos involucramos con ellos. Cada cual encarna un arquetipo y se corresponde a un estilo de modo que la variedad hace que nos veamos frente a un mundo construido amplio y diverso.

Nota: Si pensamos que esta obra está basada en un libro de 1965, resulta notorio lo inclusivo que es, tanto en personajes femeninos con poder como en otras diversidades. Los Fremen por ejemplo se jactan de tener perfecta igualdad entre hombres y mujeres y de hecho, las poderosas Bene Gesserit dominan prácticamente todos los campos de la política. Chani es una guerrera poderosa. Y Jessica Atreides (madre de Paul) es una bruja consumada que incluso vence a guerreros entrenados solo con el poder de su voz. Este raro equilibrio marca un singular comienzo y diferenciación respecto a otras sagas, incluso actuales. En un verdadero camino de la heroína, las protagonistas femeninas encarnan el poder y la fuerza.

Las actuaciones (que analizaremos en parte en este artículo y el subsiguiente) revelan una búsqueda de verdad que lo hace notablemente diferente a la mayoría de los códigos actorales de películas de ciencia ficción o fantasía. Los roles principales y los secundarios están hábilmente entrelazados para crear una cadena de interpretaciones creíbles y profundas, en donde cada cual ocupa un lugar único y singular. Tenemos por ejemplo a Duncan Idaho (Jason Momoa) que a pesar de estar en el lugar del tipo duro, también muestra otros costados sutiles en el abordaje de su personaje. Leto Atreides, quien en la primera entrega es casi el protagonista, está interpretado por el siempre atinado Oscar Isaac.

Thufir Hawat es encarnado por Stephen McKinley Henderson y aporta esa gota de rareza a ese mundo mientras que Jamis, el guerrero del desierto que tiene gran importancia en la historia lo hace Babs Olusanmokun.

Como adelantamos al comienzo, este es solo el comienzo. Los invitamos a leer el próximo artículo con más detalles y reflexiones acerca de esta épica maravilla.

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