POR JERÓNIMO CASCO
8 de MARZO del 2024, 21.34 PM | UTC-GMT -3
Es un hecho: Adam Sandler cuando tiene un gran guion y alguien que lo dirija correctamente entre manos puede hacer cosas extraordinarias. Encasillado por muchos (y es totalmente entendible) como un pésimo comediante pero aún así taquillero como pocos, el actor norteamericano de vez en cuando se embarca en proyectos que equilibran la balanza de su inestable reputación.
Lo hizo hace más de veinte años cuando un joven Paul Thomas Anderson vio en él la suficiente cantidad de potencial para hacer una comedia romántica que terminó resultando en la genial 'Punch Drunk Love' (2002), lo vieron los hermanos Safdie para la desenfrenada e hiperbólica ‘Uncut Gems’ (2019), y en este 2024 lo pudo ver el director de los cinco capítulos de la aclamada miniserie de HBO ‘Chernobyl’ (2019) para su intimista y existencialista ópera espacial/drama romántico ‘Spaceman’, basada en la novela ‘Spaceman of Bohemia’ del escritor checo Jaroslav Kalfar publicada en 2017.
¿Que existe más allá de lo que vemos cuando miramos al cielo? ¿Que nos espera más allá de nuestro conocimiento? Muchas películas de ciencia ficción han abordado estas preguntas desde diferentes ángulos: Alien nos sometío a ser testigos del encierro espacial con un ser que no tiene otro propósito que aniquilar uno por uno a los tripulantes del Nostromo, Interestelar nos redefinió el genero con su noción del tiempo y Sunshine nos mostró la vitalidad del solo como ninguna otra película, por citar algunos ejemplos. Esta necesidad de querer viajar lejos de lo que nos rodea es explorada en la segunda película del director sueco Johan Renck. Una película de drama y ciencia ficción de corte minimalista que ahonda en temas como la soledad, las relaciones humanas y la autodestrucción, tal como lo plantearon películas (algo) parecidas como Ad Astra, Arrival o Annihilation.
Jakub es un astronauta checo que, por segunda vez, viaja al espacio en busca de un propósito dejando atrás a su esposa Lenka con un embarazo. Es en esta segunda exploración a lo desconocido donde siente que está más cerca que nunca de descubrir cuáles son nuestros orígenes como especie. El acto repetitivo de no poder afrontar todo el proceso maternal junto a ella es el verdadero corazón de la película, que a pesar de tener un aire ominoso y hasta terroríficamente cósmicos por momentos, se las arregla para crear mediante un metafórico vínculo entre el protagonista y una araña ¿espacial? algo poético y pensante.
Creada por su propia soledad, Jakub se topa ante una misteriosa y enorme araña (con voz del gran Paul Dano) en su nave justo cuando está por llegar a Chopra, una nube cerca de Júpiter que se puede ver desde la Tierra y que es el motivo de su partida hacia las infinidades del espacio. El astronauta se ve en un principio aterrado por la presencia pero rápidamente entendemos que Hanus -ese es el nombre que Jakub le asigna en honor a su padre- no es más que la voz de su consciencia, una que se replantea constantemente porqué toma las decisiones que toma.
Sandler ejecuta su papel con sutileza y eficacia a su vez, dándonos a entender que es un alma dañada que encontró en el amor de Lenka su propia salvación y ahora, a quinientos millones de kilómetros de distancia de su salvación encuentra la que podría ser su perdición. ¿Porqué lo hace? ¿Que lo motiva? El trabajo interpretativo del actor nos da a entender que esas mismas preguntas que el se hace son espejadas por la araña Hanus, y es en ese proceso de curación donde las memorias se hacen presente por medio de unas distorsionadas imágenes. ¿Es así como lo recuerda o fue más tóxico, o más agradable?
Pero el verdadero acierto de ‘Spaceman’ se encuentra en su tratamiento de lo desconocido. Claro, la película está basada en una novela con un tono e historia muy específica, pero aún así se siente con voz propia. Como si una manada de influencias hubieran arrollado al director, empapándole de ciertas referencias y haciéndole entender hacia donde se debía dirigir su visión. Por momentos se siente como una extraña versión de Solaris de Tarkovsky ya que juega con la idea de que el viaje espacial transforma radicalmente a las personas y las convierte en algo, o que no querían ser, o que no esperaban ser.
La película, claustrofóbica desde la puesta en escena, termina siendo una hermosa metáfora sobre la manipulación de los recuerdos, el concepto del tiempo como regulador de las emociones y la soledad como un vacío necesario al que todos debemos acudir de vez en cuando. ¿En cuanto a la araña? Es inquietantemente agradable.
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