'Dune: Part Two' es el gran regreso de la épica que mezcla el concepto de blockbuster y cine de autor como ninguna otra

POR JERÓNIMO CASCO

29 DE FEBRERO DEL 2024, 17.46 PM | UTC-GMT -3

Épica: /del adjetivo griego ἐπικός / género narrativo de distintos momentos en la historia, en el que se presentan hechos legendarios o ficticios relativos a las hazañas de uno o más héroes ficticios y a las luchas reales o imaginarias en las que estos han participado.

El hype terminó siendo real. Muchos son los adjetivos con los que se podría definir a esta impecable y majestuosa continuación de aquella especie de intro al universo de Herbert que fue Duna: Parte Uno (2021) hace apenas dos años y algunos meses. Aquel primer capítulo en la historia de la familia Atreides tomando el control de la especia en el desértico planeta Arrakis parece haber quedado como un minúsculo prólogo en relación a lo que Denis Villeneuve ha conseguido con esta segunda parte.

Y es que la simétrica relación entre Paul Atreides y Denis Villeneuve puede resultar escalofriante: un desconocido llega a tierras desérticas (en este caso serían los estudios de Hollywood ubicados entre las sierras de Los Angeles y no entre dunas) en donde sus habitantes se enfrentan a terrores inimaginables, para salvarlas de su perdición (en este segundo caso serían los blockbuster hechos de manual y sin mucho sentido).

Mucho se le reprochó en aquel entonces al director, alegando que la historia no parecía ser tan épica como se planteaba en un principio o que Chalamet se mostraba tibio durante todo el desarrollo de esa primera parte, pero el realizador canadiense tenía un as bajo la manga que sin dudas va a cerrar muchas bocas, y que surge efecto en este 2024 con la apoteósica y colosal ‘Duna: Parte Dos’, una perfecta combinación de todas las características que definen al cine épico pero con un interesante ingrediente extra que remite a uno de los relatos más antiguos que el ser humano conoce, o quizás el más antiguo.

Quedándose exactamente en el mismo punto en el que terminaba la primera parte, Villeneuve nos sitúa en Arrakis nuevamente, pero en esta ocasión adentrándonos en lo profundo del desierto para entender cómo piensan las distintas tribus que conforman a los Fremen. Habiendo sido introducida la idea de que tal vez Paul Atreides sea el verdadero Lisan al-Gaib, ese Mesías que el planeta estuvo esperando por siglos, hay quienes lo creen y quienes no. Apoyándose en las señales que están a la vista -tal como lo repite a cada momento-, Stilgar (Javier Bardem pasándose el momento de su vida) está convencido de que Paul vino a salvarlos y que será él quien le dará a su pueblo la paz que tanto necesitan.

¿EL CAMINO DEL HÉROE?

Pero el vínculo más cercano que tiene el llamado “forastero” es con Chani (Zendaya en un rol más importante en esta ocasión), que tiene la creencia de que en Arrakis todos son iguales y que la profecía no es más que una justificación del esclavismo al que ellos mismos se someten década tras década. La línea entre los valores que le inculcó su padre y las supersticiones que fue sembrando su madre en los Fremen empiezan a desdibujarse en la cabeza de Paul, dándonos a entender que hay sólo una salida entre dos posibles caminos: ser uno más de ellos o ser el guía que los lleve al “Paraíso Verde”.

A diferencia de conceptos que nos introdujeron sagas como 'Matrix' o 'Harry Potter', 'Duna: Parte Dos' parte de la extraña e interesante idea que el destino del “elegido” en realidad es algo que debe ser forjado. No es algo que irremediablemente le va a llegar como un regalo del cielo, sino que se debe usar todo lo que se tiene para poder convertirse en ello. Polémica o no, la carta que Herbert tuvo en sus manos durante mucho tiempo es en la obra de Villeneuve donde es mejor plasmada que nunca, sentenciando ferozmente algo de justicia a la caótica versión de Lynch en donde el conflicto interno de Paul era burdamente resuelto con una voz en off del joven Kyle MacLachlan.

Las visiones del designado “Muad'Dib” sobre un futuro en donde él reina el Universo son cada vez más potentes (gracias al contacto que tiene con la especia melange) pero su inquebrantable amor por Chani hacen que no esté del todo convencido. Este juego de idas y vueltas es sin dudas el más interesante de toda la película, ya que nos hace entrar con incertidumbre a la idea de que Paul Atreides quizás no sea esa figura heroica a la que Hollywood nos mantuvo acostumbrados por tanto tiempo. ¿Quién es en realidad? Más cercana a los relatos bíblicos que a cualquier otro tipo de narrativa, Villeneuve le da un giro a la épica religiosa en donde Timothee Chalamet deconstruye la clásica figura del profeta alejándose de lo que la Biblia hizo con Jesús, y acercándose más a lo que, por ejemplo, Star Wars hizo con su Luke Skywalker.

EL NUEVO ESTÁNDAR DE HOLLYWOOD

Las referencias al universo creado por George Lucas sirven únicamente para dejar en ridículo a una franquicia que tomó (o robó) ideas de la peor manera para así crear un universo pochoclero en donde el reconocimiento a base de talento parecían ser el propósito en un principio, pero que a día de hoy probablemente no llega a convencer del todo ni al ejecutivo más desesperado. Se entiende porque nadie quería adaptar lo inadaptable, pero varias cosas cambiaron en Hollywood en estos tiempos, algo que los llamados “peces gordos” todavía no entienden.

Villeneuve llegó para cuestionarnos todas nuestras creencias sobre qué puede significar un blockbuster, así como los Fremen se cuestionan las suyas a base de señales y supersticiones cuando se trata de empoderar al recién llegado Atreides. Un espectáculo como tal no necesariamente es sinónimo de grandiosidad vacía según el director, haciéndonos recordar esto en cada perfecto fotograma de 'Duna: Parte Dos'. Cuando se trata de corazón, algunas de sus películas como Incendies (la cual es su primer carta de amor al desierto) o Arrival (su primer acercamiento a la ciencia ficción) nos demuestran que detrás de todo gran despliegue inevitablemente debe existir una gran historia para sostenerlo.

REUNIÓN DE MAESTROS

Ver el inmaculado lente de Greig Fraser posarse por debajo de las dunas en Jordania para hacernos parte del ritual Fremen en el que Paul logra montar un enorme gusano de cuatrocientos metros de largo es una experiencia de desproporcionadas e hipnotizantes magnitudes que, me animo a decir, jamás se había visto en el cine moderno. La mezcla de efectos prácticos, efectos especiales y la calculada fotografía de Fraser nos permiten entender algunas de las razones por las que Villeneuve le reza a la obra. El director de fotografía hace escalar la historia desde un preciso entendimiento de la épica, pero también del drama. Los primeros planos de Duna: Parte Dos son retratos del dolor, de la desesperación, de la traición, del viaje existencialista de Paul Atreides en donde viaja por los grises de su autodescubrimiento y del dogma instalado por Lady Jessica con su filosa e inquietante mirada.

Por otra parte Hans Zimmer maximiza los sentidos sumergiéndonos en cada cultura tanto con sus punzantes y frios instrumentos metálicos para ser un Harkonnen más (principalmente en una escena digna de cual propaganda nazi con Austin Butler en modo Mick Jagger psicótico), como también con los cálidos instrumentos de viento que nos devuelven algo de fe en el sentido de humanidad de Arrakis. Repite en el patrón musical pero lo eleva, nos trastorna, nos inquieta y nos emociona.

Pero no sólo desde la factura técnica la película resultar ser un deleite tanto para ojos como oídos, el impresionante casting de 'Duna: Parte Dos' puede que sea uno de los mejores ensamblados de todos los tiempos: cada una de las estrellas tiene su momento de brillo y que aporta lo suyo a la historia. Dentro de las nuevas adiciones, Austin Butler, que pasó de ser el encantador Elvis a una maligna y carente de alma representación de lo que significa ser un Harkonnen, relega a su inmediato antecesor Rabban (Dave Bautista) al estatus de “villano de turno” con su terrorífico Feyd-Rautha Harkonnen, sobrino de Vladimir Harkonnen y una verdadera personificación del mal, que con su inalterable frialdad en el rostro puede llevarnos del morbo a la muerte en cuestión de segundos.

Christopher Walken como el Emperador Shaddam IV es el corto pero triunfal regreso tras cuatro años de ausencia en la pantalla grande del legendario actor que a sus casi 80 años puede generar sólo con una mirada mucho más que cualquier otro. Por otra parte, así como sucedió en Oppenheimer, la también corta pero eficaz aparición de Florence Pugh como la Princesa Irulan (hija del Emperador) y sus comentarios grabados a modo de archivo son una parte clave de lo que vendrá. Pero la cereza del postre, y el verdadero corazón de la historia se encuentra en manos de la dupla Chalamet-Zendaya, un hermoso y a su vez trágico a su vez romance que funciona como una suerte de “Romeo y Julieta futurista” del que, muy probablemente, se desencadenen varios de los eventos que tendrán lugar en ‘Dune: Messiah’.

CONCLUSIÓN:

“Denis Villeneuve ha hecho lo imposible: adaptar lo que en un principio y por casi sesenta años parecía inadaptable. En tiempos inciertos para el cine y su industria, el director canadiense se da el lujo de su vida (y quizás el de la nuestra como cinéfilos) al traernos una épica colosal en clave bíblica que deja a su antecesora como una minúscula introducción.
Timothee Chalamet demuestra que nació para el papel de Paul Atreides al mostrarnos un arco de personaje todavía no del todo completo pero si sumamente convincente en su ejecución. Su facilidad para mostrarnos la ambigüedad de un profeta es de lo más convincente, y sin dudas una de sus mejores actuaciones en años.
El cine épico renace con la certera y apasionada visión de un director que decidió romper todos los esquemas de Hollywood y devolverle mucho más que algo de fe al género de ciencia ficción y aventuras."

PUNTAJE: 9.6 de 10

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