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CINE DE GUERRILLA: Tres Extraños.

Es para este cronista una inmensa alegría escribir acerca de esta nueva película independiente argentina: Tres Extraños.

En primer lugar porque afirma la noción de que hacer cine es posible contra viento y marea. Que se puede. Que hay quienes lo intentan, y mejor aún, que lo logran.

CINE DE GUERRILLA

La película se acaba de estrenar en el cine Gaumont, perteneciente al INCAA (se trata del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales en Argentina) con lo cual es otro exponente del inmenso poder generativo de la pulsión creativa de quienes emergen como nuevos directores de cine.

Antes de entrar al hueso de la trama, es importante mencionar que se trata de una obra particular, con un enfoque de lo que en el mundo cinéfilo se llama “cine independiente” y que refiere a las búsquedas narrativas y conceptuales de directoras y directores que apuestan -fuertemente- a formas de relato alternativas -lejos del mainstream- para abordar una historia con un lenguaje intimista, profundo, a veces perturbador.

¿Existe algo más movilizador que aquello que nos inquieta y nos llena de desconcierto?

En este caso, el relato intimista y opresivo del clima nos induce a una incomodidad permanente y de ahí que nos mantiene atentos, a la espera, como al acecho.

Un relato de latencias, como si estuviese a punto de ocurrir algo terrible en cualquier momento.

UNA TRAMA DE TRES PATAS

Tenemos a Nicolas Verite, interpretado con maestría y naturalidad por el actor y también productor Fernando Navarrete que nos pone frente al espejo descarnado de la conducta amoral (no necesariamente inmoral), calculadora pero enervante, seductor y pasional sin perderse en su propia trampa. El personaje es un abogado, dueño de un estudio importante dedicado al oscuro y tramposo negocio de los accidentes laborales.

Es simpático, entrador y hasta gusta de filosofar.

Sin embargo hay algo de tenebrosa morbosidad en su comportamiento citadino y mundano. Conoce de whiskys caros y de la naturaleza humana...

No tiene límites y eso lo hace terriblemente atractivo. Como los mejores villanos, su argumento es casi irrefutable, su condición encantadora y sus movimientos naturales. Se mueve como quien ha nacido para dominar, un predador ápex que no titubea en manipular, conquistar e incluso amenazar sin un nada de culpa. Eso es lo hermoso de esta composición actoral: repele y fascina.

Por otra parte tenemos a Mathias Mensonge como el introvertido y apático abogado que trabaja para Nicolas, que vive con su esposa Camille Bellefil en un departamento en Capital Federal interpretados por Pablo Rodriguez Albi y Sol Gaschetto respectivamente. Ambos constituyen una pareja en apariencia normal pero que sin embargo también parecen tener su propia nube de secretos en el éter de sus vidas.

Verite revolotea alrededor del cuarto como un cazador mientras la presa (Mathias) juega al alma torturada, cuando en realidad esconde más de lo que muestra. Y ella, la atractiva Camille intenta reparar dentro de sí misma a ese ser incompleto predado en pasividad por su pareja y su mundo escondido

LO OCULTO Y LO MANIFIESTO

Digámoslo claro: las escenas son fuertes. Sean estas las de amenazas veladas o las de sexo, las de emociones introyectadas o las de reclamos cargados de emoción y culpa. La intensidad interpretativa nos envuelve y no nos suelta nunca.

Es que la impresión inmediata que da este producto audiovisual es la de un momento en el tiempo, un instante frágil pero intenso, cambiante, astutamente morboso y definitivamente desconcertante.

Y es que no se trata de una aventura, ni de un robo, ni de un simple momento de infidelidad conyugal, no es una oda épica ni es romántica, menos aún cómica (aunque el personaje del abogado le da un toque de humor con su acidez y desparpajo).

Podríamos pensarla como un recorte que nos inserta en una totalidad mucho más amplia y compleja en las que mentira y verdad se alternan para crear un clima de capas múltiples en las que cada cual resignifica a la anterior.

¿Pero qué es lo que narra esta historia? Como saben, aquí no hacemos spoilers pero si en cambio brindamos nuestro ojo espía a la intimidad de la pantalla, así que aquí vamos: la historia presenta una especia de menage a trois psiquico con momentos al borde los explicito pero sombreado por una poesía oscura y un discurso ambivalente.

Nadie es lo que muestra, todos esconden algo y quien más retorcido aparece solo es la exacerbación de la doble moral y un sentido acomodaticio de la existencia.

Lo dice Verite: -todos harían lo mismo- y eso es, al fin y al cabo, la tesis de la historia

¿Que es la moral?

¿Cuáles son los límites de lo correcto y lo incorrecto?

¿A dónde se posible correr los bordes de la propia consciencia.

¿Cuáles son las reglas del juego que exceden nuestra condición humana?

DIRIGIR EN LA TORMENTA

Su director, Ezequiel Rossi, nos propone un juego de sutilezas, de variables, una compleja trama de emociones ocultas y algunas manifiestas que nos introducen en el alma de los tres personajes que componen el relato.

La historia ha sido escrita y guionada por la dupla del mismo Rossi y uno de los protagonistas, Fernando Navarrete quienes comparten la producción.

La dirección de Rossi es sugerente, intuitiva y deja margen para el lucimiento actoral. La cámara (hábilmente manejada por Yeye Vega) nos propone una presencia fantasmática e indiscreta, casi un cuarto personaje. El arte a cargo de Esteban Siderakis apoya el relato con la justa dosis de imaginacion necesaria para que todo gire alrededor de la carga dramatica que nos propone el filme.

Flota, circunda, se acerca y se aleja casi como un invitado más en esta fiesta de la mentira. Es quizás por esa rara habilidad de laissez faire que imprime su director que todo fluye con naturalidad incluso cuando las cosas se ponen, por decirlo en forma suave, ásperas.

Se puede apreciar un claro recorrido por el único espacio escénico con máximo aprovechamiento de sus posibilidades espaciales y los juegos de la iluminación. Y es por eso que se trata de una narrativa actoral, situacional, de gran carga y sin embargo descontracturada y por momentos elusiva.

Los cruces de los cuerpos en la escena reflejan los estados de ánimo y nos presentan las necesidades de los protagonistas.

La música a cargo de Agustin Slapak, Santiago de la Rosa, Maia Monaco y Gonzalo Romero, construye un universo de sonoridad que ayuda a crear la brumosa sensación de peligro inminente sin caer en efectismos. El sonido y la musicalidad se comporta como un amplificador de las emociones silenciadas de cada uno de los Tres Extraños.

En resumen, se trata de una Opera Prima de gran valor, tanto narrativo, como estético e interpretativo. Una muestra de que es posible realizar una obra de valor con recursos económicos limitados pero con recursos creativos y artísticos abundantes. Este es el caso de Tres Extraños y ojala el comienzo de una prolífica carrera para sus autores, su director, sus intérpretes y todo el equipo.

Porque no debe olvidarse que al fin y al cabo, el cine, como arte e industria es un trabajo de equipo. Y su capitán o capitana (en este caso Ezequiel Rossi) es quien ha de guiar el barco hacia las costas del cósmico mundo del cine. Para que todos disfrutemos de un nuevo mundo, una nueva película, otra ficción para nuestra alma, sedienta de historias.

Aqui el trailer:

FICHA TECNICA:

BACKSTAGE:

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