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The Whale

Spoilers

Charlie es un profesor de literatura que dicta sus clases de manera online. Sus alumnos lo oyen con atención, sin embargo, no pueden verlo. Para ellos Charlie es un cuadro negro en el monitor de una notebook, es una voz que proviene de la oscuridad, es una especie de ausencia sabia en la clase, que impone con fuerza su presencia a través de una voz suave, paciente y apasionada por la enseñanza. Ese cuadro vacío es digno del respeto que merece quien es seguro de sí mismo, y de quien se siente completo y realizado.

Sin embargo, cuando la clase termina y las cámaras se desconectan, Charlie es un ser humano físicamente gigante, que no puede decir dos palabras sin disculparse por su existencia y por su tamaño. Pero sabe y es consciente de que puede morir de un momento para otro, riendo, masturbándose, o…comiendo. Es el fantasma visible que habita la casa del terror que acarrea a la tristeza, y en un rincón de ella se percibe la muerte esperando paciente el inminente fin inmediato, sabiendo que no será difícil llevar esa alma buena que no pesa lo que pesa su cuerpo.

No obstante, Aronofsky logra que disipemos nuestro asombro y nuestro básico comportamiento humano, (ese que nos hace dejar llevar nuestros ojos expertos en observar el exterior de la gente, en este caso, a la grasa colgando de un abdomen, a un par de pies redondos de gordura, o a una papada prominente que apenas deja masticar) mostrando a Charlie en su rutina, bañándose, afeitándose, cortándose una mejilla y dejando notar apenas que en su interior hay sangre, la misma que la que todos los seres humanos tenemos. La sutileza con la que lleva al espectador a esa conclusión es magistral. Es como un cachetazo que nos hace vomitar culpa a quienes podemos movernos de aquí para allá sin pedir disculpas.

Charlie es un ser cargado de kilos de amor para dar, el Charlie que habita bajo tanta grasa ama incondicionalmente, no culpa a nadie, piensa, comprende y por supuesto, no juzga. Ha perdido hace mucho ese derecho que tal vez jamás ejerció, porque incluso antes de ser una ballena encallada en un sillón, cuando solo tenía una barriga prominente fue crucificado por el mundo no solo por cometer el “error” de enamorarse de otro hombre, sino por seguir su corazón dejando a su mujer y a su hija, en busca de su felicidad.

Cada persona/je cumple un rol en la vida de Charlie. Liz, su mejor amiga, su cuñada, la hermana de Alan, quien haya sido el amor de su vida y quien ha muerto, devastando esto a Charlie y dejando un vacío en su cama y en su estómago; vacío que, por más que lo haya intentado, nunca logró llenar con comida. Liz ha sido hasta el momento, la mismísima extensión de su vida, sin ella tal vez Charlie ya no estaría hace mucho.

La luz de esperanza de Charlie es Ellie, su hija, quien intenta mitigar una herida profunda que le dejó aquella ausencia paterna, maltratando a su padre, visitándolo para torturarlo, furiosa, cruel y hondamente dañada, intentando que su comportamiento y su orgullo logren ocultar el dolor y el amor que siente por su padre. Ellie es igual a Charlie, y solo él puede verlo, y es lo único que le da sentido a lo que queda de su vida. El orgullo que Ellie le hace sentir, puede acercarse un poco a llenar aquel vacío ya ulcerado y castigado durante años.

Ellie muestra un comportamiento “malvado”, como menciona su madre quien se halla hundida una maternidad fracasada y frustrada por no entender la angustia y el odio que hacen deambular a su hija por la vida; pero Ellie tiene herramientas para llegar a la gente y las usa hábilmente, tras su caparazón de ira. Influye en Thomas, un joven predicador de un culto absurdo, que ha cometido errores que lo han alejado de su familia y de todos, pero cuya misión es estar cerca de Charlie, aun bajo la excusa de la existencia de un Dios que, según él, Charlie necesita más que nunca.

En esta película Darren Aronofsky utiliza a su cine, siempre impecable, para dialogar con los espectadores. Lo que dura la película no paramos de cuestionar y no paramos de recibir respuestas tan despiadadas como la realidad. Este film es una clase magnifica y necesaria de empatía concentrada. Nos muestra lo peor y lo mejor del ser humano, miles de razones para exterminar la raza y miles para sentir que la humanidad vale la pena.

Y que sería de esta obra sin las actuaciones. Desde que la vi no pienso en otro más que en Brendan Fraser para meterse, casi literalmente, en el cuerpo de Charlie. Su mirada es cambiante a lo largo del film, pero dentro del mismo espectro. Culpas, disculpas, amor, ahogo y más disculpas, las miradas de Brendan hablan más que la prótesis que lo engorda, más que la comida que utiliza como arma suicida, más que las mismísimas lágrimas que derrama y nos hace derramar.

Tras él, Sadie Sink, que puede hacer tanto más que actuar de una niña poseída por un monstruo de ciencia ficción. La rabia contenida, su ira y su dolor, su impotencia, la crueldad y la desorientación en el papel de una adolescente inteligente, pero que no logra domar su orgullo, ni su amor absoluto.

En este film no hay buenos ni malos. Todos son seres humanos cuyas batallas personales han sido duras, y algunas ya han sido perdidas.

Técnicamente se logra destacar algunas imágenes claves, como el plano entero de Brendan Fraser erguido, caminando con un andador, como un ser víctima de una maldición de cuento de hadas, pero saber que eso es real alrededor del mundo afectando a miles y miles de personas, causa ese terror que no sentimos habitualmente en películas de ese género.

Cuando nos muestra como es una clase habitual con Charlie como profesor, la pantalla aparece en negro, solo su voz dulce hace notar su presencia, pero un zoom … nos muestra como Charlie se oculta de los ojos de sus alumnos. Alrededor del cuadro negro se refleja un mundo donde todo marcha bien, donde no es necesaria la lástima o la risa hacia quien está transmitiendo su saber tan apasionadamente. Ese plano cambiante llega como un castigo para quienes tenemos dos piernas que nos permiten movernos hacia cualquier lado con facilidad, para quienes no somos víctimas de ese espacio desierto destinado a ser llenado con comida.

La dirección de arte y de fotografía, es otro aspecto en donde hacer foco. Lo lúgubre que refleja el espacio de esa casa muestra el interior de quien la habita. Desde la iluminación hasta la escenografía, llena de artefactos ortopédicos que facilitan el movimiento de esta hermosa ballena, ubica al espectador en un ambiente próximo a vaciarse. Sin embargo, el verdadero contraste, se produce cuando se abre una puerta y se ve la habitación que Charlie compartía con Alan, la cual esta impecablemente limpia. Ahí ha quedado encerrado y congelado el amor de dos personas que se adoraban, allí, el tiempo no pasó y Charlie solo la observa desde afuera, y nos deja saber que el Charlie que dormía y hacía el amor con el amor de su vida en ese cuarto, ha muerto junto a su pareja, dejando la vida en manos de la obesidad mórbida.

Que más decir… es perfecta, como todo lo que hace Aronofsky cuando intenta colarse por los poros de sus espectadores, causándonos un sacudón existencial. El objetivo de ponerse en lugar (en los zapatos que calzan un par de pies que sostienen un mundo de pena) del otro se ha cumplido con creces… Después de todo, si ya la vieron, ¿no les quedó un sabor amargo acompañado por la necesidad de preocuparse por el otro? La magia existe…no todo son efectos especiales.

Angie

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