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Sofia Coppola, ¿una directora venida a menos?

No había visto nada de su filmografía hasta hace dos semanas que, scrolleando por instagram en una de esas cuentas aesthetic del rollo “ve esto si esto otro te gustó”, recomendaban Las vírgenes suicidas (1999) por su color y fotografía. Me puse a ello no sé muy bien decirte porqué. Es más, fue en ese momento cuando recordé que era ella la directora del esperado biopic de Priscilla, que se estrena ya este 14 de febrero. Fue así como me propuse adentrarme en sus películas más reconocidas para poder traer un artículo que comparara todas ellas, y al que poder sumarle esta última. Hice una búsqueda exhaustiva por todas las plataformas para encontrar dónde era más recomendable ver toda la filmografía de Coppola y ¡sorpresa! Filmin, una vez más. Así que me dispuse a elegir cuál iba a ver primero y me topé con un dato realmente significativo: a medida que avanza en su carrera como directora, las películas van obteniendo una menor puntuación, tanto en la plataforma de Filmin como en FilmAffinity (empezando por su top, LiT). De todas ellas elegí tres, con las que sucede exactamente esto: Las vírgenes suicidas (1999), Lost in Translation (2003) y The bling ring (2013).

Hija del director Francis Ford Coppola, debuta en el cine cuando tan solo es un bebe en El Padrino y llegó a ponerse en el foco de todas las miradas con su interpretación de Mary Corleone en El padrino. Parte III. En esta última ocasión, el papel debía estar pensado para Winona Ryder, quien no pudo representarlo por enfermedad. Tras haber trabajado como actriz en varias ocasiones, Coppola abandonó pronto el lugar delante de la cámara para pasarse a la parte de atrás.

Sus raíces y décadas de creación (Nueva York, 1971) influyen de forma notoria en su estilo y en sus temáticas recurrentes: la riqueza como status natural, el vacío existencial en las altas-medias esferas, la mirada fetichista y caprichosa de la femineidad, la mirada de la mujer en estas décadas, la soledad primermundista etc. Ha sido criticada en muchas ocasiones debido a todas estas, quizás sin pensar, que la directora tan solo habla de su propio entorno, de sus altas esferas, de lo que conoce. Alegan que tan solo se trata de una directora con el foco en problemas de ricos del primer mundo y será así o no será, pero lo cierto es que su universo melancólico sobre vidas realmente acomodadas está presente en la mayor parte de su filmografía, empezando por unas hermanas adoradas y caprichosas que deciden abandonarse a su suerte, pasando por dos almas perdidas que se encuentran para salvarse en un inmenso Tokio, un grupo malcriado y rico de adolescentes en LA, y hasta la propia Maria Antonieta, reina adolescente como quiso subtitularla la directora.

Lo que es indiscutible, colocándola en un lugar independiente a su parentesco, es el recorrido de la directora por los grandes festivales, a través de películas demuestran cómo ha ido evolucionando su trabajo y su estilo. En Las vírgenes suicidas (1999), con un 7.6, ópera prima de la directora, conoce a la que se convierte en su mayor musa, Kirsten Dunst. Justo tras esta, llega la que, con un 8.2, se considera su mejor trabajo, Lost in Translation (2003). Logra con esta producción nada menos que tres nominaciones a los premios Oscar, siendo la tercera mujer en conseguir una nominación a la Mejor Dirección (finalmente se alzó con la estatuilla de Mejor Guión Original). Antes de ella, Jane Campion (El Piano) y Lina Wertmüller (Pasqualino Settebellezze) ya habían conseguido una nominación como directoras, pero fue en 2010 cuando Kathryn Bigelow lo ganó por primera vez. Con el estreno de Somewhere, obtiene el León de Oro en el Festival de Venecia de 2010. En 2013, abre el Festival de Cannes con The bling ring (2013), película que a día de hoy tiene un 6.2 de puntuación. En 2014, conformaría el jurado del Festival de Cannes y tres años después, lograría el premio a Mejor Dirección en el Festival de Cannes por La seducción (2017), siendo la segunda mujer en la historia en ganar este premio.

¿Qué comparten las tres películas? Personajes que se sientes solos, vacíos, abandonados, a pesar de todo lo material que poseen y a partir de aquí, las tramas y conflictos se colocan en diferentes y variadas etapas vitales, siendo la juventud y la adolescencia el puto central en las tres historias.

Las vírgenes suicidas (1999)

Coppola adapta a la gran pantalla la novela de Jeffrey Eugenides y logra sumar al relato escrito a través del juego de la luz y una imagen onírica que ambienta el halo misterioso y más puro de las hermanas Lisbon. Como ya hará en el resto de sus películas, este relato de mirada frívola sobre la posición acomodada de sus protagonistas es un verdadero drama, una tragedia que cuenta la historia de cinco hermanas que deciden suicidarse antes de cumplir la mayoría de edad.

El retrato de la adolesencia angelical, al mismo tiempo que cruel, coloca el foco en la causa de sus muertes, contada a través de un grupo de chicos que, enamorados de su aura pura y virginal, vivieron en primera persona el suicidio colectivo de todas ellas. El sobre-proteccionismo de los padres no hace más que aumentar el interés de estos jóvenes por ellas, espiándolas en su día a día, fantaseando sobre sus deseos y motivaciones, una forma de generar toda una fábula seductora alrededor de estas cinco almas. Una de las causas de este proteccionismo es precisamente el miedo a lo que puedan decir, el miedo al juicio externo que tienen los padres sobre sus hijas, una burbuja en la que las han introducido para mantenerlas resguardadas, al mismo tiempo que encerradas. Así, probablemente este es el punto más interesante de la película, la polarización entre la mirada masculina y la femenina. La historia está contada por ellos, en un futuro, una especie de relato de cómo vivieron aquellos no tan jovencitos chicos el suicidio inesperado de sus almas gemelas. La decisión de que sean ellos quienes cuentan la historia, acrecienta el misterio de lo que sucedió, la causa, que nunca llega a descubrirse del todo, precisamente porque no son ellas quienes la cuentan.

El universo y estilo visual de Coppola se ve reflejado concretamente en aquellas imágenes que retratan a las hermanas en formato casi de videoclip, de anuncio publicitario de fragancia, mirando a cámara, en un juego de luces y colores que buscan representar el aura y la mirada angelical de todas ellas. Este halo de luz que rodea a las hermanas, la imagen cálida a través de la cual se construye la historia, se desdibuja poco a poco hasta convertirse en una imagen fría al final de la película. Y a mi parecer, sucede algo similar con el propio ritmo de la película. Comienza en un punto álgido, tanto a nivel rítmico como conflictual, con el suicidio de Cecilia, intentado explicar las causas, las motivaciones y las consecuencias de este trágico acontecimiento. Pero tras la fiesta en casa, el baile y las citas con aquellos jóvenes y la “huída” de Lux, el final acaba por precipitarse, sin un desarrollo del todo coherente. Quizás es precisamente lo que se busca, no dar respuestas a un acto tan repentino, aunque a mi parecer, resulta algo abrupto.

Volviendo a lo que se ha comentado al inicio en relación a la crítica, esta película coloca a sus protagonistas en un barrio acomodado de Michigan, dentro de un gran adosado con unos estrictos padres que solo tratan de proteger la imagen virginal de sus adoradas hijas. Es contra esto, quizás, contra lo que se rebelan ellas. O quizás contra esa idea de hacerse mayores, de abandonar la niñez y perder la inocencia, un sentimiento que todas comparten de abandono y pérdida de rumbo, una lucha inevitable y algo inmadura.

Lost In Translation (2003)

Una joven recién graduada que habita en la planta número 50 de un hotel de lujo en Japón, deambula en un futuro incierto de lo que quiere y debe hacer con su vida. Lo que en un primer instante resultan problemas banales, primermundistas, pues ella se encuentra rodeada de todo los lujos posibles, en el fondo, está abandonada por su novio, reconocido fotógrafo que no le presta atención. Por otro lado, un relevante actor que ha viajado a Tokio para grabar un cuestionable anuncio de whisky, se aloja en ese mismo hotel que ella, compartiendo además el olvido de su mujer e hijos que se han quedado en los Estados Unidos.

Se dice que la idea de que Murray grabe el anuncio viene de uno que tuvo que grabar su padre, Francis Ford Coppola, con Kurosawa. «Cuando llegué a Tokio me interesó una valla publicitaria en la que aparecía Harrison Ford, dijo. Su cara era el retrato vivo de la humillación, como si con el rostro pidiera perdón por estar haciendo aquello. En parte Bob está inspirado en él»

Estos son Scarlett Johansson y Bill Murray, dos americanos que deambulan por enormes e infinitas avenidas sin rumbo fijo, solos, buscando su lugar, que van a encontrarse el uno con el otro. A partir de aquí comienzan a entablar una relación que nada tiene que ver con el amor, no por lo menos romántico, sino más bien con una necesidad de llenar un vacío. Es probable que, como yo, los que la hayan visto se pasasen la última mitad de la película esperando el final, deseando que todo no terminase en una declaración romántica. Y sin hacer spoilers, diré simplemente que la despedida ininteligible es todo lo que esta película de Coppola necesitaba.

Al contrario de lo que sucede en Las vírgenes suicidas (1999), la mirada de la mujer es contada desde su propia percepción, y no desde la del hombre. Eso sí, las temáticas se repiten también en este trabajo: el sentimiento de soledad de los personajes, la pérdida a pesar de su alto estatus, el reflejo de un primer mundo perdido en su materialismo, roto, etc. Sofia Coppola vuelve a traernos otro drama en torno a estas cuestiones, aunque mucho más cómico que la anterior, y a todas ellas, es mucho más generosa y añade la amistad como refugio, el amor como forma de salvación sin la necesidad de ser romántico, y cómo no, la esperanza.

Esta película que lleva el tema de la soledad al extremo en comparación con su anterior trabajo, hace uso de una gama de colores fríos, azules, grises, para reflejar la frialdad de una ciudad que nunca duerme, llena de gente que camina sin conocerse con la que camina a su lado. Una ciudad enorme, demasiado grande quizás para lo pequeños que se sienten los protagonistas, un contraste que se refleja de manera clara en todas esas escenas de la habitación del hotel, a través de los ventanales frente a la nimiedad del individuo. Es así como la luz, llena de niebla y azulada, vuelve a valer para transmitir el aura y el estado de los protagonistas, tal y como sucedía en Las vírgenes suicidas (1999) con las escenas cálidas y borrosas de las hermanas Lisbon.

La comicidad surge, quizás, a causa de un brillante Bill Murray que, a pesar la insensatez a la que ha sido enviado a Tokio, protagoniza una de las secuencias más cómicas junto al director del anuncio con el que no se entiende ni una sola palabra, tal y como sucedió en el rodaje real. Si la película se ve en V.O.S.E, hay un detalle que contribuye a que el espectador también sienta esta sensación que siente él, pues no hay subtítulos para todo lo que los tokiotas dicen.

La conexión de ambos resulta creíble precisamente por la localización en la que llegan a encontrarse, una ciudad extranjera llena de estímulos infinitos en la que ambos se sienten totalmente incomunicados e indefensos, pero que juntos, son capaces de afrontar. Es probablemente esta diferencia de edad entre este y su co-protagonista, Johansson, lo que más llama la atención en esta necesaria unión, pues ella tan solo tenía 18 años cuando rodó la película, frente a los 52 de él. A pesar de su corta edad, la actriz ya había trabajado en Causa justa, Ghost World y El hombre que susurraba a los caballos, aunque fue seguramente este papel el que la catapultó. Por el contrario, Murray ya tenía una carrera más que consolidada para cuando grabó esta pieza, sobre todo en papeles y registros cómicos. Coppola escribió el papel para él y obtuvo una nominación a Mejor Actor que finalmente no ganó.

Se ha dicho que esta secuencia inicial es una reproducción de Jutta, cuadro pintado por el hiperrealista John Kacere en 1973.

¿De dónde surge la idea de ambientar la película en Tokio? Bien, pues como luego sucederá también con The bling ring (2013), de una experiencia que atravesó la directora en su vida. Tras haber pasado un tiempo en la ciudad de Tokio, con el motivo de abrir una tienda de ropa con unos amigos, Coppola sintió que algún día querría transmitir esas sensaciones que ella estaba viviendo como americana en una tierra lejana y extranjera. Y es uno de sus viajes donde conoció el Park Hyatt, mientras promocionaba precisamente su anterior film. La dirección del hotel le dejó rodar la película en sus instalaciones, aunque tuvo que rodar de noche para no molestar a los huéspedes.

The bling ring (2013)

Vamos a adentrarnos en una de las películas menos reconocidas de la directora, una historia sobre un grupo de adolescentes ricos y privilegiados que desafían las reglas entrando a robar a las casas de las personalidades más famosas de los 2010. Basada en hechos reales, la idea de hacer esta película surgió de un artículo que la directora leyó en Vanity Fair, escrita por Nancy Jo Sales y titulado Las sospechosas llevaban louboutins, haciendo referencia a unos zapatos de Hilton. En este se contaba cómo estos cinco adolescentes, obsesionados con las riquezas que jamás podrían obtener en su vida presente, comenzaron a entrar de forma continuada en todas las grandes mansiones, entre las que se encontraban la de Paris Hilton, Lindsay Lohan, Orlando Bloom o Miranda Kerr, y llegando a robar hasta 3.000.000 de dólares entre efectivo y objetos

materiales.

El cast junto a Sofia en la casa de Paris Hilton.

The bling ring (2013) lo tiene todo para ser una película comercial: una cabeza de cartel -Emma Watson encabezando la pandilla-, una trama de actualidad y llena de cotilleos, y la presencia de personalidades tan reconocidas como Paris Hilton como parte del elenco. Por otro lado, volvemos a encontrarnos una temática que la directora repite sistemáticamente: el sentimiento desestructurado de las altas esferas, a través de personajes que a pesar de tenerlo todo, tratan de dejar de sentirse solos, en este caso, a través de algo tan banal como el robo. Es así como hace una burla de la generación, de sus problemas absolutamente instrascententales y propios de una generación atravesada por la fama repentina y la imagen y status que las redes sociales obligan, de alguna manera, a mantener. A través de estos jóvenes, Coppola trató de representar a las esferas más altas de un sistema basado en la riqueza y la fama, en el que la imagen es el reflejo del valor personal. Quizás por este motivo ha sido considerada como uno de sus trabajos más superficiales.

Priscilla (2024)

Este próximo 14 de febrero, por lo menos en España pues creo que ya ha sido estrenada en otros países, llega a las salas de cine la última película de Sofia Coppola, un biopic sobre la vida de Priscilla, la mujer de la estrella del rock and roll, Elvis Presley. ¿Qué se puede contar de toda una vida? Esta misma pregunta fue la que le surgió a la directora cuando comenzó a tener la idea de que quería realizar el biopic. «La parte más difícil de escribir el guión fue tener que elegir entre la gran cantidad de detalles increíbles que hay en las memorias de Priscilla. Me pareció interesante tratar de imaginar cómo tuvo que ser crecer en ese mundo a través de sus ojos».

Foto compartida por la directora en Instagram

Protagonizada por Cailee Spaeny y Jacob Elordi, la película abarca la vida de ella en relación a su marido, y no tanto su recorrido vital. La pareja se conoció cuando Priscilla Ann Wagner, de 14 años, vió a Elvis durante su servicio militar en Alemania, a los 24 años. Tras un matrimonio de cinco años y una hija en común, Lisa Marie, se acabaron separando. Así, la película se centra en estos primeros años, desde los 15 hasta los 27. Esto supuso todo un reto para la directora en el proceso de casting, pues necesitaba a una sola actriz que pudiese cubrir toda esa franja de edad. «Para mí era muy importante que fuera la misma actriz la que interpretará a Priscilla en las diferentes etapas de su vida, y creo que Cailee puede hacerlo muy bien. Es una actriz muy potente, y además parece muy joven»

Para realizar la película, Sofia Coppola se puso en contacto con Priscilla y esta quedó entusiasmada con el proyecto, tanto que firmó como productora ejecutiva. «También ha ayudado mucho a Cailee en el rodaje. Es una oportunidad única poder hablar con ella sobre la película». No es la primera vez que Coppola hace un proyecto sobre alguien real, ya lo hizo retratando a Maria Antonieta, y algo después con The bling ring, que además son coetáneos a ella.

Veremos qué de todo esto se vuelve real una vez visionamos la película, cuáles son las temáticas que vuelve a repetir -si es que hay alguna-, y cuál es la huella de la directora en su último biopic. Mientras tanto, toda su filmografía está disponible en Filmin.

Nahia Sillero.

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