Los años setenta. Estados Unidos enfrenta una crisis económica e institucional. El asesinato de J.F. Kennedy y de Martin Luther King, la guerra de Vietnam, el caso Watergate y la crisis del petróleo fueron haciendo mella en la credibilidad del gobierno. La psicodelia hippie se había resquebrajado y un cinismo contundente comenzó a inundar las mentes de la población.
Y como suele ocurrir, esto se reflejó en el clima artístico. Se podría decir que la generación del New Hollywood, con directores jóvenes y disruptivos, fue la onda expansiva que dinamitó el viejo sistema de estudios y que puso el foco en temáticas en donde el crimen, el Estado ausente y la crítica social están presentes. Algunos de los nombres más conocidos dentro de esta ola son Scorsese, Spielberg, De Palma, Coppola o Friedkin. Pero también hubo un director llamado Alan J. Pakula.
Este había comenzado su carrera dentro del mundo cinematográfico en los años sesenta como productor de películas reconocidas como Matar a un ruiseñor (1962) o Luz de esperanza (1967). En 1969 hizo su debut directorial con El cuco esteril, con Liza Minnelli en el rol protagónico. Pero fue recién al comienzo de la siguiente década que comenzó a destacarse con lo que más tarde se denominó La trilogía de la paranoia.
Fueron tres películas que realizó de forma consecutiva: Klute (1971), The Parallax View (1974) y All the President's Men (1976). Como su nombre lo indica, las tres obras tienen como eje la atmósfera de paranoia y de descreimiento que sofocaba a la gente en ese entonces. Y de alguna forma lo político está latente en todas ellas.
En Klute un hombre desaparece sin dejar rastro alguno. John Klute, un policía amigo del desaparecido e interpretado por Donald Sutherland lo busca. En su investigación se encuentra con Bree Daniels, encarnada de forma brillante por Jane Fonda, la cual es una prostituta que aparentemente tuvo cierta conexión con el hombre desaparecido. Pronto, el argumento se ve envuelto en la paranoia, el romance y el rol de un siniestro empresario.
Mientras que esta película —en mi opinión— es una obra aún inmadura, en la que falta fuerza narrativa y en la que hay cierto estiramiento de la trama, sí conlleva componentes que Pakula sofisticaría más tarde: el gran manejo de planos secuencia, la fotografía exquisita y precisa de los espacios, la tensión pulsante de la paranoia.
En The Parallax View ya explotan todos estos elementos y se conjugan en una trama en donde un periodista, Frady, interpretado por Warren Beatty, se sumerge cada vez más en una red conspiranoica y termina descubriendo nada más ni nada menos que a una empresa dedicada a asesinar a políticos.
El pesimismo y lo siniestro —en este caso manifestado en una corporación— son ejes centrales en esta película. La incertidumbre es una constante, magnificada por unos planos certeros, una música pulsante y un guión que narra lo justo y necesario, sin tapujos, para exponer lo más oscuro de la sociedad estadounidense.
All the President's Men es tal vez la culminación de los elementos con los que Pakula fue experimentando en sus películas anteriores. Y a la vez es la que a mayor cantidad de gente llegó, hasta el punto de implantarse en la consciencia popular. El infame caso Watergate se transmutó en forma de cinta, protagonizada por dos periodistas interpretados por Robert Redford y Dustin Hoffmann, quienes intentan llegar hasta el fondo de la verdad fuera como fuera.
Más tarde, Pakula hizo otras películas memorables como La decisión de Sophie (1982) o El informe pelícano (1993) pero por alguna razón no terminó siendo tan reconocido como otros directores de su eṕoca. Sin embargo, estos tres thrillers hilados por la sensación de paranoia en un mundo en donde las corporaciones tienen cada vez más poder y en donde los gobiernos se ven envueltos en siniestras tramas dejaron una huella en la historia del cine.
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