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Las distintas crisis de Enzo Ferrari

Algunas palabras sobre la nueva película de Michael Mann protagonizada por Adam Driver que se estrenará el próximo 8 de febrero en los cines argentinos.

Ferrari está ambientada en el verano de 1957 y retrata un momento crítico en la vida de Enzo Ferrari, tanto a nivel personal como profesional. Por un lado, después de la muerte de su hijo su matrimonio con Laura se ve atravesado por un constante duelo y un estancamiento. Paralelamente Ferrari tiene una historieta con otra mujer llamada Lina, con la que tiene otro hijo aún no reconocido públicamente, pero que mantiene económicamente y visita en secreto a espaldas de Laura. Como si esto fuera poco su empresa está al borde del quiebre, por lo que obtener una victoria en la emblemática carrera italiana Millie Miglia es su última esperanza.

El conflicto familiar resulta un eje central que ocupa gran parte de tiempo en pantalla (consideremos que la película dura un poco más de dos horas y media) pero pese a su complejidad, esta situación está retratada de una forma bastante liviana. La decisión de poner el foco en este conflicto podría funcionar mejor si contara con una mayor profundización e intensidad dramática. Sin embargo, eso no sucede y estas escenas terminan siendo algo monótonas con una lentitud no justificada.

El consuelo para el espectador llega con las escenas de carreras, que realmente son un cachetazo que nos despiertan y nos aceleran el pulso, transmitiendo el vértigo y la adrenalina que estábamos esperando. El tema es que analizando globalmente la película, de estos momentos queda sabor a poco. Nos quedamos con mas ganas de esto y menos de aquello.

Las actuaciones están muy bien, sobresaliendo la de Adam Driver, un actor que a esta altura demuestra que tiene el poder de ser explosivo o sutil, sin dejar de expresar un millón de emociones. De todas maneras, hay algo que me parece innegociable y es el problemático código del idioma inglés con acento italiano. Esta ya es una valoración puramente subjetiva, pero siento que es una decisión que provoca distancia, que parece joda. Es un código al que cuesta muchísimo entrar, y todavía no entiendo por qué no optan por hacer una película directamente con actores italianos.

Ferrari aprueba y promociona la cursada raspando con un siete. Es una película que cumple y funciona como el mero retrato de un momento particular en la vida del empresario. No quedan resonando en nuestras cabezas grandes líneas de diálogo, pese a su intención de interpelarnos con el drama, pero sí queda el impacto generado por ciertas escenas de los autos a pura velocidad. Entonces, ¿es un final triste o es un final feliz? Es un final, y basta.

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