Descubriendo tarde: "El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante"

Era el año 1989 y Peter Greenaway estrenaba este banquete que combinaba belleza formal, escatología y canibalismo.

Un mafioso dueño de un restaurante de clase alta frecuenta el lugar noche a noche. Se mueve con total impunidad, habla a los gritos, insulta a los clientes, menosprecia a los empleados, y denigra constantemente a su esposa frente a sus comensales. Entretanto dicha esposa comienza un romance silencioso con un hombre solitario de otra mesa. Todo sucede ante la mirada discreta del chef francés encargado de dirigir el lugar.
Moviéndose en el terreno de la sátira grotesca e incómoda, Peter Greenaway plantea una crítica al abuso de poder y los excesos ordinarios de los nuevos ricos. Con una puesta en escena justamente excesiva (pero para bien) y movimientos de cámara que se pasean por decorados hipnóticos, nos vemos obligados a reparar en los detalles de cada plano. En la película confluyen todas las artes. Es cine pero también es pintura, es literatura, es teatro, es opera, es gastronomía. Es estética y formalmente bella pero acompañada de vómitos, mierda y carne putrefacta.

Es una película para mirar con atención pero sin dudas no es para ver durante la cena. Sin embargo, la escatología está muy bien puesta al servicio de la historia y los personajes. Funciona. Impacta pero no desentona. A diferencia, pienso, de lo que pasa con algunas películas actuales que pretenden ser disruptivas con condimentos escatológicos pero quedan a mitad de camino.

"El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante" es una verdadera joya por donde se la mire. Los diálogos, la mayoría de ellos, son realmente geniales y afilados, tranquilamente podrían estar sacados de un texto teatral. La música de Michael Nyman acompaña y completa la acción añadiendo un carácter dramático y épico. Con una Helen Mirren sensual y melodramática, un Michael Gambon que se roba cada escena y un Tim Roth metiendo sus magias en segundo plano.

Es de esas películas que descubro tarde y pienso "¿Cómo no la vi antes?". Y si, la vengo a conocer ahora y me dejó pipona, con la panza llena y un poco asqueada. Ahora ustedes. Bon appetit.