La sociedad de la nieve: la película de catástrofes basada en hechos reales que debes ver este 2024

Durante mucho tiempo no me gustaron las películas de catástrofes. Ya conoces la historia: la narrativa trillada que comienza con los personajes clave y sus antecedentes, para luego sumergirse en el desastre que surge de la nada. Le sigue la misma lucha por la supervivencia, la búsqueda de recursos y el caos interpersonal. Claro, puedes obtener esos momentos conmovedores en los que la adversidad revela la verdadera amistad para aliviar un poco la tensión.

La sociedad de la nieve parecía seguir la misma receta, por basarse en una historia real. Las películas basadas en hechos reales luchan por escapar de los temas trillados de las películas del género solo para ser atractivas. Y no olvidemos el material fuente: los impactantes hechos reales de 1972, donde un avión que transportaba a 45 personas, entre ellos jugadores jóvenes de un equipo de rugby uruguayo junto con sus amigos y familiares, se estrelló en las montañas de los Andes. Solo 29 lograron sobrevivir y frente a las condiciones extremas, tuvieron que recurrir a lo impensable: consumir los cuerpos de sus compañeros fallecidos.

Lo sorprendente de La sociedad de la nieve es que no hay conflictos artificiales para generar el factor sorpresa, ni juicios morales después del hecho. El director J.A. Bayona teje su magia con delicadeza, centrándose en mostrar cómo este grupo de personas se ayudaron mutuamente para sobrevivir con amor y apoyo. Como audiencia, podemos sentir el respeto del director por esta increíble historia y sus aún más increíbles personajes. Cada momento dramático se trata con un toque de sutileza. Al revelar el tema central de La sociedad de la nieve, el director no solo nos lo cuenta de golpe; en cambio, nos deja absorberlo gradualmente a través de la prolongada lucha de los personajes por la supervivencia.

La sociedad de la nieve se desarrolla desde la perspectiva en primera persona del personaje de Numa. Sin conocimiento previo de las figuras reales del hecho, no tenía idea del papel de Numa. Pero aquí está lo interesante: inicialmente lo consideré como la figura heroica, el alma que lidera al equipo durante esos agotadores 71 días, un héroe típico de las películas de catástrofes. ¡Pero Numa muere! Ese momento me impactó. No es el héroe convencional de películas de catástrofes, sino alguien que expresa de forma pacífica: "Después de que muera, pueden comer mi cuerpo. Deben vivir bien por mí".

Este estilo narrativo calmado, que emana una sensación similar al silencio de las montañas cubiertas de nieve, de alguna manera hace que el viaje de 144 minutos de la audiencia no sea nada menos que angustioso. Sin giros argumentales salvajes, solo una narrativa directa y constante. Es como si la película usara intencionalmente su extenso tiempo de ejecución, su ritmo pausado y su trama para hacernos sentir el sufrimiento, el dolor y la desesperación de aquellos atrapados en las montañas cubiertas de nieve.

Sin los elementos teatrales y emocionales, se vuelve más fácil desentrañar las capas y reflexionar sobre por qué estas personas pudieron lograr milagros en la vida real. ¿Por qué? En gran medida se debe a que eran un grupo de amigos y familiares, que evitaban cualquier engaño de la ley de la jungla sobre la supervivencia del más apto. Ellos en cambio se aferraron a un orden de asistencia mutua. Entre este grupo diverso había creyentes y ateos por igual, pero al final, todos estuvieron de acuerdo en una cosa: "no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos".

La sociedad de la nieve se ganó sus galones, al representar a España en los Oscar como Mejor Película Internacional. Además, recibió una nominación a Mejor Película en Lengua Extranjera en la entrega número 81 de los Globos de Oro. Sin lugar a dudas, esta es una obra maestra que merece tu atención mientras nos adentramos en el 2024.