Un film que hace renacer el cine mágico, la fantasía exquisita en la animación.
Eso es #TheBoyAndTheHeron, la película con la que Hayao Miyazaki regresa después de diez años sin dirigir, y que supone además un volver a sus propias fuentes. Porque su anterior film #ElVientoSeLevanta era acaso una de sus cintas menos mágicas, que apostaba más a un relato adulto sobre el amor por los aviones que a sus universos habituales. Con su nueva película, Miyazaki parece querer pegar la vuelta, confiar en su estilo como arma de narración. Y triunfa.
Si los films de la factoría Disney parecen estar atrapados en un dilema que los vuelve tibios e imperfectos ante la falta de una identidad clara (aggionarse o no, narrar las problemáticas de la modernidad o regresar a las princesas), esta nueva cinta del Studio Ghibli demuestra que no hay nada más acertado que ser auténtico y creer en las recetas que te definieron e hicieron grande.
Claro, esta es una postura que le queda más cómoda al cine de Miyazaki que al de Disney, ya que el cine de Hayao siempre tuvo una filosofía más moderna, que hablaba de personajes con fuerza propia, de historias humanas (aún con lo fantástico como plataforma para narrarlo), y de la consciencia por la naturaleza y la armonía del mundo como valor innegociable. Ghibli había hablado y absorbido el feminismo antes que tuviera este nuevo auge: sus princesas no necesitaban ser salvadas por príncipes porque eran princesas por sí mismas.
Por eso #TheBoyAndTheHeron es tan clásica como moderna, tan nostálgica como vigente. Miyazaki retoma acá su cine de protagonistas jóvenes, de mundos oníricos y secundarios entrañables (con los warawara a la cabeza), de mujeres fuertes (Himi, Kiriko, las abuelas), y de esos guiños a la propia biografía de Hayao… Está el amor familiar y la visión sin traumas de la muerte. Están los héroes mundanos y el sentido de aventura bienintencionada. Hay en el film tal sensación de nostalgia por esas décadas doradas de la factoría Ghibli que, visualmente, la animación de la película tiene por momentos una estética más propia de los ochenta y los noventa que de los post-2000. Su textura se percibe más granulosa en esta cinta que en #ElViajeDeChihiro.
Y aunque todo ese espíritu nostálgico y del mejor Ghibli está ahí, hay algo en #TheBoyAndTheHeron que me dificultó por momentos la experiencia. El personaje de la garza me resultó tan desagradable a la vista y en su personalidad que me expulsó varias veces del relato; más aún cuando tiene un rol tan protagonista. Y si la película logró siempre traerme de regreso es por el talento narrador de Hayao y el carácter aventurero de su historia, que tiene tanto de épica abrumadora como de magia inolvidable.
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