Dos películas que cambiaron mi forma de viajar

Me encanta escuchar los propósitos de Año Nuevo de mis amigos, pero nada me molesta más que cuando dicen "quiero viajar más". No me malinterpreten, me encanta viajar y posiblemente más que cualquier otra persona de este mundo (he vivido en el extranjero desde que tenía 18 años), pero cuando les pido más detalles sobre a lo que se refieren, suelo darme cuenta de que no sacarán mucho provecho de la experiencia.

Lo que quiero decir con esto es que el típico plan que escucho es la versión de Comer, rezar y amar. Yo también entiendo perfectamente por qué. Por alguna razón, cuando era joven, vi muchas veces esa película y me obsesioné con viajar. La idea de poder viajar por el mundo y tener tantas experiencias que me cambiarían la vida simplemente viviendo en un lugar nuevo: la comida, la vida, la espiritualidad, el amor... todo me parecía tan increíble y mucho mejor que donde estaba viviendo.

Y entonces comencé a soñar con ir a cualquier lugar menos a la pequeña y monótona ciudad en la que crecí. Yo era una estudiante de secundaria que estudiaba francés en ese momento, así que Amelie me dio una visión de una vida extraña pero reconfortante en Francia. Después de una traición y un desamor de los que no hablaré, mis sueños de Francia murieron y comencé a estudiar italiano. Comida, historia, arte, espiritualidad, romance… Italia parecía tenerlo todo, y así nació un nuevo sueño.

Sin embargo, para ser honesta conmigo misma, ninguno de los dos países me importaba en realidad; quería la imagen del país, la clase implícita y el estatus que conllevaba ir a esos lugares. Se trataba de la imagen, no de la realidad, dos cosas muy distintas. Algo que descubrí cuando finalmente viajé a Europa.

El problema es que el tipo de viaje que vemos en Comer, rezar, amar se trata simplemente de experimentar las partes "buenas" de un país sin conectar realmente con la cultura o la comunidad en un nivel más profundo. Supongo que no hay nada de malo en viajar de esa manera, pero la mayoría de la gente imagina que viajar al extranjero es una aventura salvaje en la que aprenderán sobre sí mismos y se convertirán en una persona diferente y más interesante. Comer pizza napolitana no logrará ese objetivo, incluso si estás en Nápoles, ni tampoco conocer a un sensual panadero francés o rezar en una mezquita en Marruecos.

Todo lo que hacemos en nuestra vida normal es consumir; si también lo hacemos cuando viajamos, ¿cómo podemos esperar algo más que el mismo aburrimiento que normalmente sentimos?

Por suerte, hay otra manera. Por mucho que Comer, rezar, amar me haya mostrado la forma de viajar perfecta pero sin sentido de Instagram, El camino me mostró una opción diferente. Para ser justo conmigo misma, no necesariamente aprendí de El camino pero la película me ayudó a comprender lo que yo misma había descubierto durante muchos años de viajes y vida en el extranjero: que las personas que te rodean son mucho más importantes que cualquier comida o ubicación que puedas imaginar.

He vivido muchos años en el extranjero y todo el mundo siempre me pregunta qué consejo tengo para viajar. Mi respuesta es simple: no es tan especial. No importa a dónde vaya, encuentro que la vida es más o menos la misma. Es posible que veas una arquitectura diferente y comas comida diferente, pero al final del día, eso no servirá de nada. Si deseas una experiencia que te cambie la vida, irte como una persona y regresar como otra completamente diferente, no podes planear un "viaje divertido", sino que no te queda otra que vivir en un lugar nuevo. Claro, el personaje de Martin Sheen en El camino no intenta vivir en su nuevo entorno, pero sí construye una comunidad durante su viaje, una comunidad donde cada persona apoya a los demás y se ayuda mutuamente a crecer. Al final, su viaje no se trata de dónde está sino de con quién está; así es como se viaja con éxito.

Puede parecer difícil de hacer si solo tenés una o dos semanas para viajar, pero la realidad es más fácil de lo que pensás. Mi mejor consejo es buscar casas de familia en lugar de hoteles, participar en clubes y actividades locales e incluso intentar charlar con la gente en la calle. Si tenés un poco más de tiempo, te podés unir a clases de idiomas y aprender a hablar un poco; no solo los lugareños lo apreciarán, sino que tus compañeros de clase probablemente estén buscando personas con quienes explorar, y no hay mejor manera de crear vínculos que ir a una excursión aventurera.

Entonces, si esperas viajar más en 2024, tené en cuenta este artículo. Por supuesto, podes elegir viajar como lo hace Julia Roberts en Comer, rezar, amar para decir que has estado allí... Pero si buscás algo más significativo, podrías ver El camino. Y si lo que buscás es una nueva forma de ver la vida, una ciudad extranjera no te la dará, pero sí su gente.