POR JERÓNIMO CASCO
12 de ENERO del 2024, 18.42 PM | UTC-GMT -3
Absurdismo, horror-comedy...¿y palo a Jeffrey Epstein?: A propósito de 'Under The Silver Lake'
Vivimos en tiempos extraños. Esta es una frase que me repito y de la cual me convenzo casi siempre todos los días, pero que esconde un aún más extraño e inquietante paralelismo que suelo reformularlo -también casi siempre- como pregunta: ¿esto me sucede ahora, le sucede a todo el mundo o desde siempre la gente se cuestiona o afirma que vive en un “tiempo extraño”?
Sin duda el cine de a ratos se encarga de plantearnos mundos que parecen no alinearse del todo con el nuestro, pero que de igual manera nos siguen cautivando, ya sea por lo bizarro, por lo fantástico, por lo morboso, por lo oscuro… Pero, ¿acaso no vivimos en una sociedad bizarra, morbosa, oscura, que roza la línea con lo -en el mal sentido- fantástico? El tercer largometraje del director David Robert Mitchell, 'Under The Silver Lake' (2018), podría ser tranquilamente comparado con lo hecho por Richard Kelly y sus incomprendidas ‘Donnie Darko’ y ‘Southland Tales’, películas que nos sumergían en los suburbios norteamericanos en donde suceden cosas inexplicables para algunos y normales para otros.
En su último trabajo como director, Robert Mitchell nos propone meternos de lleno en las extrañas vivencias de un grupo de personas que viven en una ciudad llamada Silver Lake, donde aparece en escena un hombre llamado Sam (Andrew Garfield), uno que le miente a su madre al decirle que tiene un trabajo mientras espía a su vecina que se anda desnuda por el balcón, uno que no paga el alquiler, uno que se siente atraído por cualquier mujer que se le cruza, uno que no tiene un ápice de remordimiento en pegarle a un niño que le acaba de rayar el auto. Este extremo nivel de miserabilidad y de nula moral, contra todo pronóstico de una más que probable apatía de parte nuestra, nos hace -como mínimo- poder empatizar con este sujeto. ¿Un reflejo del morbo humano? Definitivamente.
Sam vive sólo, haciendo la nada, caminando por los alrededores del éste de la ciudad de Los Angeles sin propósito alguno, fumando hierba y yendo de fiesta en fiesta sin saber que hace ahí. Cuando conoce a Sarah (Riley Keough), una joven que vive en su mismo condominio y de la cual queda rendido a sus pies inmediatamente, comienza una serie de extraños sucesos a su alrededor que puede que sean producto de su delirio, de la excesiva cantidad de tiempo que tiene, de su deseo de poder darle algo de sentido a su poco interesante vida, o que sea un conjunto de todo esto.
Con muchísimas referencias a la cultura pop, al cine de Roman Polanski y de Alfred Hitchcock -entre otras leyendas- , a ‘El Gran Lebowski’ de los Hermanos Coen, al vacío superficial del consumo desproporcionado y al esnobismo como forma de vida, ‘Under The Silver Lake’ es ese tipo de película que dentro de unos años podría ser considerada “de culto” (si es que ya no lo es, cosa que me aferro a decir que si) pero que aún así es resistida de alguna manera. Y no es para menos, los temas que aborda son sumamente delicados y que afectan a una gran mayoría a día de hoy. A pesar de haber sido estrenada en el 2018, podemos transportarla al presente gracias a lo relacionado recientemente con el difunto magnate millonario Jeffrey Epstein, protagonista de una vida repleta de excesos y hechos que perturban hasta la persona más exceptiva al respecto.
Hace unos días se divulgó un listado que contiene los nombres de los famosos que asistieron a las polémicas fiestas privadas de esta figura, y resulta inevitable no comparar este "inclasificable ejercicio audiovisual que mezcla la comedia oscura en clave neo-noir con una profunda y consciente autocrítica al estilo de vida de los personajes que rodean la siniestra y maldita ciudad de Silver Lake”, con lo sucedido alrededor de Epstein.
La película satiriza al sistema de estrellas de Hollywood dejando en ridículo a las aspirantes a actriz que quieren ser la próxima Meryl Streep o la próxima Jennifer Lawrence, particularmente con una escena en donde el personaje interpretado por Andrew Garfield mira a un grupo de mujeres jóvenes caminar por la vereda dirigiéndose a un garaje abierto en una residencia en donde un hombre pone un cartel que dice “movie auditions” y le saca fotos al cuerpo de las mujeres. ¿Un palo para Jeffrey Epstein y sus engaños? Tal vez, pero la referencia aún más grande en la película es la muerte de un magnate empresario llamado Jefferson Sevence, que es primero reportado como desaparecido y luego encontrado totalmente carbonizado en un auto junto a tres trabajadoras sexuales.
Este hecho en particular, en conjunto a la desaparición de un día para el otro de Sarah, hacen que Sam tome algo de coraje (de tiempo ni hablar, eso lo tiene de sobra) para investigar qué es lo que se esconde por debajo de la superficie. Conoce a un escritor y dibujante que colecciona máscaras humanas hechas de resina -y que dice afirmar con una sorprendente seguridad que todos los secretos de la ciudad están ocultos en una caja de cereales- para poder entender un poco más al suburbio, pero esto sólo le confunde más. Luego en una fiesta conoce a un grupo de jóvenes que están involucradas en el cine independiente, pero como éste no les sustenta, se mantienen gracias a un segundo trabajo como trabajadoras sexuales para un grupo muy selecto de personas (de nuevo la sombra de Epstein se hace presente).
Toda esta absurda búsqueda de la verdad le lleva a más dudas que certezas, creando un espiral del cual el personaje parece no poder (ni querer) salir. El director impregna en el relato una estética neo-noir bien característica de Los Angeles, con un terror indescifrablemente grotesco y extraño, y pizcas de comedia satírica/oscura que hacen de ‘Under The Silver Lake’ un viaje que merece la pena tomar.
DISPONIBLE EN HBO MAX
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