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La primera serie española de HBO - Foodie Love (2019) de Isabel Coixet

La primera vez que vi esta serie lloré mucho. No pude dejar de verla. Me obsesioné con la forma de abordar el personaje de Laia Costa. Con su mirar. Quise aprender a escribir un guión por la belleza del lenguaje y el uso de la palabra de Coixet. Deseé estar en Roma y comerme un helado paseando de noche. Lloré otro poco más. Y la acabé bautizando como mi serie favorita.

«Hay algo de falsa promesa en una pizza; nunca puede estar a la altura de lo que promete»

En el año 2019, la directora española Isabel Coixet presentó la que sería su ópera prima en el terreno de las series: Foodie Love, un drama romántico con tintes de comedia con el que HBO inauguró la sección de ficción española.

Ahora, la directora espera menos de un mes para presentar en la 38º Edición de los Premios Goya su último trabajo, «Un amor», nominada a un total de 7 categorías: Mejor actriz protagonista (Laia Costa), Mejor actor protagonista (Hovik Keuchkerian), Mejor actor de reparto (Hugo Silva), Mejor dirección de fotografía (Bet Rourich), Mejor guión adaptado (Isabel Coixet, Laura Ferrero), Mejor dirección (Isabel Coixet) y Mejor película. Hablaremos de ella más adelante.

* * *

Les presento el menú-índice de hoy:

  • Un primer aperitivo: argumento y planos temporales
  • Primer plato: un pasado que arrasa
  • Segundo plato: un homenaje a la comida a través del mundo
  • Postre: un poco de autoficción

Cartel alternativo de la serie para HBO

Un primer aperitivo: argumento y planos temporales

Estamos ante una serie cocinada por dos claros protagonistas, como lo son el amor y la gastronomía. Un chico y una chica, demasiadas ciudades, platos, paisajes, sabores y citas alrededor del mundo construyen el universo de la serie en el que la comida es también protagonista de la serie. ¿Cómo? De la manera más personal, única, fresca, actual, femenina y exquisita que solo Isabel Coixet conoce: a través de una app de citas para usuarios cuya pasión por la comida desbanca todo lo demás, en la que se hace match a través de sus gustos culinarios y da, así, nombre a la propia ficción, “Foodie Love”. Así es como la trama se construye en base al placer por comer. Los protagonistas de esta apasionante -aunque también dolorosa- historia de amor, interpretados de forma brillante por Laia Costa y Guillermo Pfening, se buscan, se encuentran, se miran, día a día, comida a comida, cita a cita, hasta llegar a un total de ocho y completar la serie.

Con un primer encuentro diría que bastante superficial, que no adelanta en absoluto lo que está por venir, se abre todo un abanico de primeras citas de la forma más canónica posible; nervios, conversaciones torpes y falsas expectativas, pero cada una en una ciudad, en un lugar diferente. La serie crece, como lo hacen sus protagonistas capítulo a capítulo y este es el motivo por el que vengo a recomendarla por aquí. Porque cada mirar, cada cita, nos ofrece una perspectiva nueva de los personajes, un viaje que parecía haber tomado un rumbo, pero que Coixet reserva para ofrecer en la siguiente entrega.

A medida que la serie avanza, el pasado de cada uno de ellos aflora de una forma inesperada, siendo infinitamente más profundo de lo que cualquiera nos pudiéramos haber imaginado en un principio. Es así como diversos planos temporales afloran, vienen para reconstruir la narrativa toda las veces en las que la propia historia de amor los pone en cuestión y se introducen planos fuera de lo físico, abarcando un universo emocional de una sensorialidad -y sensibilidad- que eriza la piel.

Primer plato: un pasado que arrasa

Nada en esta historia de amor proviene del juego idílico y superficial, a excepción, quizás, de ese primer capítulo y de la manera en la que se llegan a conocer, como bien he dicho. A lo largo de los ocho capítulos, no sé deciros la de veces que da la sensación de que nada vaya a llegar a ser, de una fragilidad abrumadora, de un pasado que atormenta tanto en cada uno de ellos (pero sobre todo en ella) que parece llegar a arrastrar tanto que quita espacio a lo que vendrá. Foodie Love (2019) nos presenta a dos personas que comienzan a conocerse siendo adultas, teniendo ya un pasado.

En este sentido, Coixet construye todo un universo anterior de forma sutil, casi como una información que exclusivamente da a los actores para que construyan al personaje, un regalo de esos que solo ciertos directores se encargan de hacer. Un pasado que poco a poco el espectador va conociendo, aunque diría que no del todo. No hasta el final. Laia Costa, trabajando a partir de unos antecedentes durísimos como lo son un tsunami y el fallecimiento de un, quizás, primer amor, borda la mirada compleja que el personaje requiere. El plano principal de la trama se ve interrumpido por este pasado, por esa marea que arrasa todo cuanto tiene por delante, llevándose incluso parte de lo que ella fue. Y cuando todo parece terminar, o empezar a construirse si se mira desde la historia de amor, es cuando la directora nos ofrece todo lo que venía escondiendo. El cinismo y la crítica, el humor y el dolor de ella, llegan para arrasar con la melancolía, la reflexividad e inseguridad de él. Así, el espectador acaba conociendo a los personajes al mismo tiempo en el que se van conociendo ellos mismos a través de las citas.

Pero, ¿cómo contamos quiénes somos cuando tenemos un pasado que además nos ha marcado tanto como para impedirnos seguir? ¿Qué dice de nosotros nuestra vida anterior?

En este camino lleno de miradas y recuerdos, en un principio, a él y a ella solo los une el placer por el comer. Es así como poco a poco, como sucede en la vida real, irán encontramos motivos, miradas, palabras en común a través de las cuales poder reconocer que hay de uno en el otro. Y ver así, si podrían llegar a ser uno.

De este pasado que aflora poco a poco, conocemos a dos personajes profundamente desubicados. Y no me malinterpreten, no por el hecho de haberse descargado una app para foodies locos, a día de hoy cualquier cosa podemos esperar. Pero el caso de ambos, un argentino que habita en Barcelona y una barcelonesa con la cabeza en japón, es solo una primera pista del viaje, nunca mejor dicho, que podemos esperar.

Segundo plato: un homenaje a la comida a través del mundo

Foodie Love (2019) es un juego de seducción, un juego del cual el espectador forma parte más allá del mero visionado, pues tenemos la suerte de introducirnos en los pensamientos de los protagonistas a través de una especie de viñetas que la directora decide poner, al más puro estilo del cómic. En ocasiones, la cámara llega a deambular por las caras de otros personajes con menos importancia para sacar a la luz sus pensamientos, como es el caso de la primera cita en la cafetería de especialidad, o en el bar de cócteles con los apartes en primer plano de las camareras. De alguna manera, es como si Isabel Coixet cogiese toda referencia actual, hipster y moderna del universo foodie e instagrameable y lo transformase al lenguaje audiovisual. Es así como todos estos miedos, inseguridades, impulsos y esperanzas de los protagonistas son introducidos. O quizás, una de las tantas maneras. Más allá de esos apartes en los que los personajes hablan a cámara, rompiendo absolutamente la cuarta pared y creando un diálogo directo con el espectador, a lo largo de todos los capítulos, hay un discurso narrado en voz en off a través de los dos personajes protagonistas. Un discurso que casi parece articulado por la propia Coixet acerca de sus intereres y gustos de la comida y los lugares que los protagonistas visitan.

Foodie Love (2019) cuenta con una estructura dividida de forma muy inteligente, pues mientras tratan de conocerse e ir acercando posturas, sabemos que como todos nosotros, cada uno de ellos tiene una vida pasada, unos antecedentes que no se pueden olvidar. Si Coixet hubiera pegado como a una lapa a ambos personajes desde el inicio, quizás estaríamos ante un cuento amoroso de Disney. Pero no es el caso. Los capítulos están divididos en diversos universos, como es el caso del capítulo de Roma, en el que cada uno tiene su propia historia y es a través de mensajes de audio y de llamadas como se comunican. Hay ocasiones en las que a pesar de estar juntos en espacio, la cabeza de ambos divaga por otros tiempos, haciendo que la distancia entre ellos sea mayor de lo que es.

Apartes a cámara
Uso del cómic

A través de este recurso en el que sitúa a cada uno de los protagonistas en espacio y tiempo diferente, podemos llegar a conocerlos también en su individualidad. A veces él camina por Roma, y ella yace en su sofá de Barcelona enferma. Otras veces, ella camina por Tokio, y él escucha atento a través del móvil el viaje. Y en otras muchas, viajan juntos a la Provenza francesa e intentan por fin mirarse frente a frente.

La comida es el elemento central y todo se articula, también las citas, pues cada una de ellas se celebra en torno a un restaurante o una celebración del acto de comer. Es así como la historia se construye a lo largo de sus ocho capítulos a través de diferentes lugares. Bares, tascas, mercados, cafeterías, restaurantes de Estrella Michelín, con Foodie Love (2019) Coixet realiza todo un homenaje gastronómicamente autoficticio.

El descubrimiento de la gastronomía de cada lugar, de Roma, de Tokio, de España, también de lo mainstreem e intagrameble como el café de especialidad o los restaurnates de Estrella Michellín, permiten a los protagonistas caminar por diferentes culturas y universos. Y es en este sentido, como la serie se enriquece aún más por el multilingüismo que todas las diferentes culturas obligan a introducir.

Por ello, para todos aquellos amantes del comer como lo soy yo, os aseguro que quedaréis fascinados con este viaje. Es más, nada más terminar un primer visionado, no pude resistirme a introducir en google la ruta gastronómica de la serie, ver cuáles eran los restaurantes a los que los protagonistas van y si existían en la realidad. A día de hoy, por si alguien tiene pensado venir a Madrid, diré que la tasca japonesa Yokaloka del Mercado Antón Martín es la principal inspiración de la directora para su capítulo del ramen. Yo ya he ido varias veces y es exquisito. Os dejaré abajo una pequeña lista de los lugares reales a los que acuden los actores.

Cada capítulo adquiere un estilo completamente diferente. Es aquí donde quizás observo cierta influencia de que la serie haya sido dirigida por una cineasta, pues cada capítulo tiene una complejidad y un trabajo tan minucioso que podrían funcionar perfectamente de forma individual. Y esto me lleva a introducir el punto final y más personal de la directora en este trabajo.

Postre: un poco de autoficción

«Se nutre de todos los lugares en los que he estado, de todas las cosas que he probado. Y de muchas de las cosas que he vivido»

Debo confesar que no he visto todas las películas de Coixet. Recuerdo con quince años haberme adentrado en Cosas que nunca te dije (1996) y no entender demasiado la fascinación de mi madre por esta película. Años después, por interés propio, busqué y vi Ayer no termina nunca (2013), con Candela Peña y Javier Cámara, un diálogo -casi monólogo- en un único espacio en el que ambos actores brillan. Más adelante, fui al cine a ver Nieva en Benidorm (2020). Nada que ver con todo lo anterior, nada que ver con ella en lo que yo conocía pues siento que Coixet, tal y como nos demuestra en esta serie, puede ser diferente en cada trabajo. Tanto que podría ser otra. Algo que a mí a ratos me fascina pero, al mismo tiempo, también me gusta poder reconocer a la autora detrás de cada trabajo. Es por esto que cuando escuché a Coixet decir que este era su trabajo más personal, en el que más obsesiones suyas había puesto, no dudé en analizar de dónde surgían. Más allá de las temáticas que suele tratar en las películas, el miedo, el amor, el desamor, la soledad, la pérdida, hay incluso un personaje en el que la podemos llegar a reconocer, dentro del capítulo 1 en la cafetería, siendo la autora de todo lo que sucede.

Tristemente (y si alguien conoce el motivo que venga y nos lo explique), la serie que antes estaba disponible en HBO, a día de hoy ha desaparecido. Cada vez que quiero volver a verla, la encuentro en un canal de youtube y aunque no está en la mejor de las calidades, me ayuda a saciar esa gula que a veces me entra. Aunque sea de esta forma tan poco romántica, no dejen de verla. Querrán teletransportarse a todos los lugares, pero en especial a Roma, a ese capítulo cuatro en el que mientras él camina por sus calles, ella le indica cuál es el mejor helado que debe comer.

Y para acabar el artículo, como sé que muchos estaréis interesados en reconocer los lugares a los que van los protagonistas, vengo a dejaros un recopilatorio de dónde los podéis encontrar (y también degustar):

https://www.trendencias.com/series-de-television/recorremos-todos-locales-restaurantes-foodie-love-serie-isabel-coixet-hbo

Gracias!

Nahia Sillero.

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