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La Mesías: la llegada de una serie salvadora.

“Algunas de las hermanas Bellido Durán (Alba, María, Flor, Estel, Victoria, Patricia y Montserrat) prometieron a la Virgen, a Jesús, que si su madre, María Durán de Bellido (la fundadora de CatholicosOnLine), sanaba del tumor maligno, harían un grupo musical para venerar a la Virgen María y propagar la fe cristiana católica, y María Durán de Bellido prometió a la Virgen que las ayudaría a conseguir hacer este grupo musical, para Gloria de Dios. María Durán de Bellido pasó muy bien la operación y se curó, por eso aquí tenéis la promesa cumplida.”

Así explican quienes son las “Flos Mariae” en su página. Y para quienes no saben quienes son, alrededor del 2013 (cuando comienzan) se volvieron virales en Youtube un grupo de 7 hermanas vestidas con vestidos de colores fuertes, paradas siempre frente a un paredón en el exterior o dentro de un living con las cortinas cerradas, cantando canciones cristianas con la afinación de un puercoespín sin tímpano. El boom duró un tiempo, y ellas estuvieron activas online hasta el año 2021. Sacaron 6 discos y más de 500 videos.

En el año 2023, el dúo de directores españoles Los Javis (Javier Ambrossio y Javier Calvo), estrenan una serie llamada “La Mesías” para Movistar Plus. La sinopsis dice así: “El vídeo viral de un grupo musical de pop cristiano, compuesto por varias hermanas, impacta en la vida de Enric, un hombre atormentado por una infancia marcada por el fanatismo religioso y el yugo de una madre con delirios mesiánicos”.

Querido espectador, cualquier parecido con la realidad, no es pura coincidencia.

Argumento

Voy a hacer todo lo posible en mi alcance por no recurrir a ningún spoiler fundamental.

Una mujer queda a la deriva al irse de su casa con sus dos hijos, una niña y un niño, luego de pelearse con su marido muy violentamente. Ella, con la promesa ferviente de que encontrará al padre ideal para sus niños, absolutamente convencida de esa búsqueda, hará lo que sea por encontrarlo.

Mientras tanto, en otra línea de tiempo un hombre llamado Enrick, conoce en Montserrat (Catalunya), a un grupo de personas que veneran la llegada de extraterrestres, y le traerán ciertos recuerdos ocultos que el relato luego tratará. Y es hospedándose en un hotel de esa zona, que ve por la televisión el primer video de unas jóvenes católicas cantantes. Todo el mundo en el lugar lo comenta risueño. Él, al verlo, como si hubiera visto al mismísimo demonio, se orina encima.

Y en esa misma línea temporal, Irene, una joven jefa de un taller textil que se flagela con elementos cortantes cuando nadie la ve, encuentra un enorme mensaje que la amenaza en la puerta de su trabajo: su pasado la encontró.

Las líneas temporales se cruzarán para construir un relato lleno de giros inesperados, de personajes entrañables (aún los más siniestros), rituales religiosos y sectarios, huídas épicas, historias de amor, tensiones propias del terror psicológico, y siempre tejiéndose la narración entre lo que pasa con una familia criada forzosamente en una cabaña perdida en el bosque, y dos personajes que sin desearlo, tendrán que enfrentar su pasado para poder resolverlo de una vez por todas. Aún sin saber si la violencia de quien los persigue, los dejará continuar con su vida.

Sus autores

Tanto Javier Ambrossio como Javiel Calvo, son ambos actores, directores y guionistas. Además de formar juntos el dúo artístico llamado “Los Javis”, son también pareja.

Comienzan en el 2013 (al menos oficial y popularmente) con “La Llamada”, una obra teatral musical que sucedía antes de otras obras en la sala de estar de un teatro. El éxito rotundo de la obra trascendió y giraron por toda España y hasta Moscú. Además de varios premios, en el 2017 realizaron la película de la obra que también recogió sus laureles.

En el 2016 crean “Paquita Salas”, serie que hoy día puede verse en Netflix, una comedia acerca de una muy peculiar representante de actores y actrices, que en la búsqueda desesperada por un nuevo talento, reflota su lugar en el universo profesional. Esa serie tiene 3 temporadas y han confirmado ya una cuarta.

Y en 2020, hacen una serie llamada “Veneno”, sobre la vida de Cristina Ortiz “La Veneno” , basada en la obra ¡Digo! Ni puta, ni santa. Las memorias de La Veneno de Valeria Vegas. El éxito de esta serie sedujo a HBO Max quien finalmente la estrenó en su plataforma.

La huella autoral

Podríamos reflexionar para toda la vida acerca de qué es lo que hace a alguien, un artista. Y qué es lo que hace a algo, una obra de arte. Pero, al fin y al cabo, dicha definición termina siendo un punto de vista de quién la emplea. Una de las definiciones posibles sugiere que todo aquel que vive del arte es artista; o que incluso, todos somos artistas.

En mi opinión, aquello que hace a estos autores artistas, es la decisión de narrar desde un lugar que solo pueden (y quieren) ocupar ellos. Eso puede verse por sus decisiones poéticas, estéticas, narrativas, y puntos de vistas concretos acerca de temas de los que ellos eligen hablar. Sus reflexiones acerca de la sexualidad, del peso social sobre las elecciones sexuales, sobre la cultura sostenida por la institución familiar en todas sus variantes, por la fuerza de la religión arraigada en la sociedad española, la figura de la madre y su marca eterna desde el nacimiento hasta la muerte. Sus personajes no son juzgados por ellos, son tratados con empatía y así también son vividos por su espectador. Aún aquellos que llegan a hundirse en los rincones más oscuros del potencial de su ser. Y son autores que reflexionan acerca de la redención, sea o no sea religiosa. Del perdón.

La influencia de la música en la narración, ya comienza desde la formación de ambos realizadores, pasando por “La Llamada” (que es un musical), y terminando en La Mesías que resignificará clásicos de la historia de la música. Con solo ver el hipnótico y espectacular trailer de la serie, ya se puede ver el uso tan particular de la música con una reversión de “Experiencia Religiosa” de Enrique Iglesias, haciéndonos sentir que lo que vamos a ver es una fábula mágica, romántica y siniestra.

Y es por lo antes dicho, que también la elección de la dirección actoral pareciera estar siempre al servicio de lo vivo, de lo documental (“Paquita Salas” de por sí es un mockumentary). El mismo naturalismo incluso que ha llegado hoy día hasta las películas de super héroes (por plantear un universo que tradicionalmente siempre fue polar, enfrentando a lo bueno contra lo malo), desde el planteo actoral hasta la construcción dramatúrgica de los conflictos. Las actuaciones que no se notan, que nos permiten tener la sensación de estar espiando la intimidad de alguien. Pero que, sin embargo, en el caso de los Javis, se potencian al mezclarse con el riesgo de la teatralidad, de las emociones indefinidas de los personajes que pueden pasar del llanto a la risa en un segundo, manifestando y volviendo así verosímil esos conflictos humanos de los que antes hablaba, dándole terreno y credibilidad a las crisis de identidad más profundas, o las confrontaciones drásticas de los personajes con su pasado. Los actores, las actrices, y desde ya, la claridad en la dirección de actores de los Javis, a la vez alimentan y son alimentados por toda la estructura cinematográfica planteada en sus proyectos. Le otorgan sentido.

La Mesías

Creo que para hacer un análisis de la serie y de las exhaustivas, precisas decisiones de los realizadores detrás de cada plano, se necesitaría un libro entero.

Para mencionar algunas de las cuestiones más bien técnicas, La Mesías trabaja mucho sobre el fuera de campo, al no centrar los planos necesariamente sobre quien habla, y evitando así caer en los cuadrados planos contraplanos tradicionales, y así reforzar algo que la serie no pierde nunca, incluso en escenas más melodramáticas: la tensión. O se sirve de planos generales o enteros muy pictóricos, de suma composición en detalle, del extremo cuidado del diseño del arte, como si estuviéramos observando un cuadro expuesto en un museo que de golpe se empieza a mover. Dan la sensación de un tiempo detenido y más insoportable, del avance lento del recorrido de un punto a otro de un extremo de cuadro. Planos que a la vez refuerzan la sensación de encierro del propio argumento, y de tantas escenas que suceden en un mismo ambiente, o en una misma locación.

Pero más allá de lo técnico, querría establecer la siguiente hipótesis. Creo que estamos frente a una nueva versión posible de un relato, predominantemente, de terror.

La construcción de los personajes desde el guión, los conflictos que afloran desde la infancia de los mismos y que luego enfrentarán de adultos, que generalmente son conflictos familiares y que los vinculan a otros miembros de esa familia que a su vez arrastran sus propios fantasmas del pasado, de no ser contado como es contado, podrían pertenecerle a un melodrama con todas las letras. A una excelente novela. Podría ser “This is us”, la exitosa serie norteamericana de millones de temporadas. Pero, ¿por qué es diferente?

Ese espacio extraño que hay entre la naturaleza melodramática del guión y una realización que circula entre la teatralidad, los homenajes al cine musical de antaño, los relatos para niños, o el policial, es lo que nos hace sentir como espectadores que somos testigos de algo incómodo, siniestro, terrible. No podemos ubicar lógica o sensorialmente al relato en algo previsible. Me refiero al tironeo entre esos lugares en general alejados entre sí que dialogan con la memoria de todas aquellas películas que vimos en nuestra vid, consecuencia del intento inevitable de decodificar qué significan todos esos elementos variados reunidos en un mismo relato. La combinación casi gastronómica de condimentos que resultan, por ejemplo, en la felicidad de un grupo de niños encerrados en una casa jugando a la crucifixión de Jesús; o de un hombre que se despierta de resaca en una casa desconocida y en el sótano se encuentra con siete casi temibles adolescentes filmando un videoclip muy peculiar, que lejos de asustarlo, al hombre emocionan. Todo eso es lo que conduce al relato a un lugar tan único, tan original, tan de autor, y a la vez tan espeluznante.

Iremos viendo casi cronológicamente el crecimiento de los niños que luego serán los protagonistas, y la gestación de sus futuras maldiciones. Atestiguaremos la trágica e increíble transformación de una madre, interpretada entre paréntesis por tres actrices diferentes. Los realizadores se toman el tiempo de que veamos todos los detalles posibles de la evolución de sus personajes, para poder empatizar con ellos sin juzgarlos. Sufrir cuando se traicionan, temer por ellos cuando están en peligro, disfrutar de sus triunfos. Y así como así, sin darnos cuenta, a quienes felizmente acompañábamos, de golpe temeremos.

Preferiría no entrar mucho más en detalles y dejar que vivan la experiencia por ustedes mismos. Si quienes tanto disfrutamos del terror andábamos buscando entre tantos intentos, la resurrección del género, ¿la habremos encontrado?

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