undefined_peliplat

'Hojas de otoño': Un follaje teñido de humanidad- Crítica de 'Fallen Leaves' de Aki Kaurismäki

Spoilers

El mundo se destruye en pedazos, la humanidad cae en fracasos, la naturaleza sigue su curso, y aunque los árboles pierden su follaje y queden al desnudo, siempre está el cine que rescata la última hoja para recordarnos que no todo está perdido. O al menos así lo plantea el cineasta finlandés Aki Kaurismäki en su reciente película ‘Hojas de otoño’ que viene resonando en la alfombra crujiente de prestigiosos festivales de cine como Cannes, en todo el plantel de críticos internacionales y también en cada espectador que la ve.

Es inevitable no pensar en la enciclopedia que cada uno tiene sobre la imagen de hojas de otoño. En mi caso, mi mente automáticamente encuentra a Sally y Harry (‘Cuando Harry conoció a Sally´) caminando por los senderos de Central Park cubiertos de hojas de otoño, y ellos esquivan el amor que tanto sienten el uno para el otro. Sin embargo, en la cinta de Kaurismäki, Ansa y Holappa son personajes solteros que encaran al amor pero es el destino quien aparece absurdamente para eludirlo. Ambos son trabajadores de la clase media trabajadora en Helsinki, Finlandia, y están plasmados en un mundo que se ve afectado por una guerra que se escucha por la radio, por una economía que se cuenta en monedas y por una soledad que desmenuza a sus personajes. Así es como cada uno se aferra a sus alternativas. Ansa se afianza en la ventana del autobús como un espejo de sus sueños despiertos y Holappa abraza a cada botella de alcohol como un elixir de su rudeza ansiada. Como toda estación de otoño, el cineasta arraiga a estos personajes en un tono melancólico donde hay tiempo para registrar miradas sostenidas, cantos de suplicio, y máquinas trabajando. Pero lo cierto es que Ansa y Holappa se encuentran por primera vez como hojas arrastradas por el viento para engendrar un amor con encuentros de idas y venidas que tienen como destino acabar con la soledad. En esta historia, Ansa y Holappa se miran, hablan migajas, caminan, van al cine, saborean un café y se miran nuevamente. Holappa lleva una chaqueta de cuero negra que es como si tuviera un cartel de ‘no pasar, aquí hay un hombre rudo’. En cambio. Ansa lleva una camisa como rojo fuego y un abrigo pastel que enmarca su dulzura, y en este tango de colores, ellos imploran en un ‘arrabal amargo’ encontrar compañía.

‘Hojas de Otoño’ debe ser una de las películas más ‘cinéfilas’ de los últimos años. No por la razón de nombrar a grandes realizadores o por que muestre majestuosas películas sino por su habilidad única de capturar la esencia de la cinefilia. Kaurismäki registra a Ansa y Holappa en una sala de cine donde la pantalla proyecta nada menos que ‘Los muertos no mueren’ de Jim Jarmusch. En esta sátira de zombies, los protagonistas parecen encontrar un reflejo de sí mismos. Se desprende una interesante reflexión: cuando la rutina nos envuelve y el mundo nos abruma, experimentamos una especie de letargo similar al de los zombies. No obstante, al permitirnos amar y ser amados, nos alejamos de esa muerte en vida. De manera sutil, el cineasta nos invita a contemplar la cinefilia no solo como un acto de búsqueda de respuestas en la pantalla, sino como una oportunidad para encontrarnos a nosotros mismos. Muchas veces, en el cine, descubrimos más sobre nuestra propia humanidad que sobre cualquier otra cosa.

‘Hojas de Otoño’ es un recordatorio de que por más que el mundo se desmorone siempre estará el otoño del amor para cubrirnos de esperanza.

Actualmente, la película se encuentra en cines y pronto llega a la plataforma de streaming MUBI.

Más recientes
Más populares

No hay comentarios,

¡sé la primera persona en comentar!

8
2
2