Oppenheimer: menos ciencia, más arte

No soy fanático de Nolan y no pretendo entender el arte de la película Oppenheimer. De toda la filmografía de Nolan, solo vi El origen y no recuerdo bien la película. De todas formas, Oppenheimer fue entretenida, al contar una historia interesante y significativa con buenas visuales, aunque nunca superaré la falta de atención dada a aquellos que realmente sufrieron como resultado de la bomba atómica, o al menos, pensé que nunca lo superaría, hasta que descubrí que podría haber sido una elección deliberada para que la audiencia considere que este no es un problema con la película, sino con la historia de Oppenheimer.

Mi reacción al terminar la película fue que se necesita menos ciencia y más arte, un mensaje que creo que Nolan intentó transmitir. La ciencia no es mala, pero la humanidad ha tenido lo que necesita para sobrevivir durante mucho tiempo: comida, refugio y el uno al otro. El avance científico y tecnológico facilitó y alargó la vida de las personas, pero Nolan nos obliga a considerar si mejoró nuestras vidas. La bomba atómica de Oppenheimer es el ejemplo de cómo la ciencia puede empeorar la vida, al destruir la felicidad y llevar a la muerte a quienes la sufren, la culpa para quienes la crearon y el miedo para todos los que existieron desde su creación. Está claro que estaba destinada a perjudicar a la humanidad desde su concepción, entonces, ¿por qué Oppenheimer accedió a crearla?

A pesar de que Oppenheimer lideró el Proyecto Manhattan, no lo culpo por lo que hizo más de lo que culpo al inventor de la primera pistola. La sociedad y la educación deberían cargar con la culpa. Si bien Oppenheimer es una versión dramatizada y ficticia de lo que sucedió, cualquiera que haya pasado suficiente tiempo cerca de las mentes brillantes del mundo sabe que las actitudes arrogantes y frívolas de los científicos que se muestran en la película son verdaderas en la vida real. Existe un sentimiento predominante entre los talentosos de que su inteligencia o logros equivalen a superioridad sobre las masas, hasta el punto de que las preocupaciones de los simples mortales pueden ser desestimadas en aras del progreso. En Oppenheimer, Nolan nos muestra una crisis de la ciencia sin ética, una invención sin filosofía, que es exactamente por qué el arte y las humanidades son una parte indispensable de la educación.

Esta idea se refleja mejor en los temas políticos de la historia. Nolan podría haber elegido abordar la historia de Oppenheimer desde varios ángulos, pero eligió centrarse en cómo la política desempeñó un papel en la vida de Oppenheimer, desde las reuniones que tuvo como conferenciante hasta la mujer que amaba y su caída final cuando le retiraron su autorización de seguridad. Durante la creación de la bomba, sin embargo, se menciona que la política estaba prohibida en el Proyecto Manhattan, especialmente el comunismo, una ideología que en teoría aboga por un mundo más igualitario y amable. Al prohibir la discusión de la política y dirigirse solo a su trabajo, se prohíbe a los científicos considerar el impacto de su creación y se espera que hagan su trabajo y luego se vayan. No hay espacio para las creencias o los sentimientos, solo para la ciencia.

Nolan incluso señala que Oppenheimer era consciente del peligro de la bomba durante su construcción, sabía que podría desencadenar una reacción en cadena que destruiría el mundo entero, pero aún así estaba tan comprometido con la invención que ignoró el peligro. Las consecuencias solo se vuelven reales para él después de que el proyecto está terminado, momento en el cual vuelve a la política al luchar contra el uso de la bomba y devolver Los Álamos a los nativos a quienes se lo quitaron, pero ya no tiene el poder de tomar esas decisiones. Cuando finalmente se lanza la bomba, se da cuenta del impacto de su invención, escucha el grito de un niño y se encuentra con un cuerpo carbonizado, incluso al declarar que es una gran victoria. La ciencia ya no es su enfoque, puede ser político y abogar por el bien nuevamente, y su humanidad finalmente regresa. Finalmente, recordamos a las víctimas de las decisiones de Oppenheimer al mismo tiempo que él, pero ya es demasiado tarde.

Oppenheimer es una advertencia magistral de lo que arriesgamos si seguimos pensando en la ciencia por encima de todo y es natural que una obra de arte como Oppenheimer nos haga enfrentar el peligroso camino en el que la humanidad se encuentra. La película misma es un ejemplo perfecto del valor que las artes, obligándonos a cuestionar nuestras acciones y considerar las consecuencias, exactamente lo que le faltaba a Oppenheimer. Lo que hizo Oppenheimer fue una tragedia, pero la verdadera tragedia de su historia es que él y todos los demás involucrados en el Proyecto Manhattan estaban tan cegados por la ciencia que no pudieron ver lo que estaban haciendo hasta que fue demasiado tarde. Lamentablemente, es un error que la humanidad seguirá cometiendo, al menos hasta que valoremos las artes y las humanidades tanto como la ciencia y la tecnología.