TO LESLIE, de Michael Morris: Sutilezas expresivas en una historia común

Leslie gana la lotería, pero lo pierde todo; abandona a su hijo y seis años después la vida se le viene encima. En un intento de reconciliación, el hijo pone una única condición que ella no puede asumir: dejar el alcohol.

To Leslie es un viaje de reconciliación, no sólo de la madre con el hijo, sino de un ser humano consigo mismo.

El viaje de reconciliación sirve de estructura dramática no sólo a gran cantidad de películas, sino también a gran cantidad de experiencias de vida. Quién no puede empatizar con ese recorrido de la oscuridad a la luz, quién no entiende lo que es el resentimiento y la necesidad de hacer las paces con el pasado traumático.

Es fácil comprender que Leslie (Andrea Riseborough) usa la ironía y el cinismo como formas de protegerse de un dolor profundo que, por necesidades narrativas y muy humanas, deberá ser enfrentado. La cámara inquieta la acompaña y nos mantiene cerca, facilitando, con una estética reconocible, la identificación con ese personaje extremo, poseído no sólo por su adicción al alcohol sino también por su adicción al pasado.

Cuando Sweeney (Marc Maron) le dice que ella no es un monstruo, Leslie se enoja y escapa —aceptar esa idea la llevaría a desarmar el personaje de víctima de sí misma, con el cual lleva años identificada. Es difícil no conmoverse con su proceso de apertura y reconciliación, pero esa conmoción no es lo más interesante de la propuesta estética. El relato lineal de la madre en recuperación funciona en sí, pero también sirve a otro relato, más sutil, que es el despliegue expresivo de una actriz que, con el permiso otorgado por el alcoholismo y la decadencia, sorprende con una tremenda serie de sutilezas.

En el cine, muchas veces la narración funciona como excusa para el despliegue actoral. En las películas de John Cassavetes, por ejemplo, el alcohol y las crisis de identidad habilitan los devenires expresivos del elenco. Gena Rowlands, protagonista de varias de Cassavetes, sería el ejemplo paradigmático. ¿Será coincidencia que el apellido de Leslie sea Rowlands? Mucho del lenguaje expresivo de Riseborough nos recuerda a los despliegues de Rowlands en películas como Una mujer bajo influencia, de 1974, otro ejemplo, éste más complejo, del drama de una madre.

Una mujer bajo influencia fue de las películas más exitosas de Cassavetes; tal vez se trate de una de las más lineales y reconocibles en términos narrativos: una madre desequilibrada por el amor extremo que siente por sus hijos. ¿Por qué nos gustan los personajes extremos, desequilibrados, locos? ¿Será que nos es cómodo cuando podemos clasificarles como locos? ¿Será que así se nos hacen entendibles?

Tal vez lo que en el fondo nos guste sea la vitalidad que esos personajes se permiten, y nos recuerdan posible. ¡Así de vivos podemos estar! La pregunta es: ¿vitalidad es sinónimo de desborde? ¿Necesitan los personajes ser tan desbordados, alcohólicos o locos para que los actores puedan actuar libremente?

En 2022 también se estrenó La ballena, de Darren Aronofsky, película con la que To Leslie tiene varios puntos en común: un personaje central con una adicción fuerte (el alcohol, la comida), un pasado traumático de abandono de hijo/hija, un personaje de hijo/hija muy enojado, un personaje amigo que ayuda casi incondicionalmente al protagonista, un viaje de reconciliación. Es interesante que la nominación de ambos actores al premio Oscar haya generado conversación.

Tal vez te interese:

LA BALLENA: ¿arte o terapia?

En el caso de Brendan Fraser, se trató de su “regreso” después de años retirado de Hollywood —por toda la atención que se le dio en los medios, podríamos decir que buena parte del valor de La ballena tuvo que ver con ese regreso y, más allá de que la actuación de Fraser esté bien, podemos preguntarnos si su Oscar no fue otorgado también como un gesto simbólico. En el caso de Riseborough, fue una campaña apoyada por estrellas de la industria lo que logró su nominación al premio. Pero la situación despertó polémica; obviamente, ella no ganó. Sí ganó algunos otros premios, pero, comparada con La ballena, To Leslie quedó bien atrás en reconocimiento y recaudación.

Hay una relación inversamente proporcional entre la sutileza de ambas películas y sus respectivos impactos en el mercado. La ballena es una película estéticamente más grosera, con un despliegue mucho más burdo, caricaturesco. Si bien To Leslie no es una película demasiado singular, sí es notablemente más sutil que La ballena. Por lo que queda preguntarnos: ¿adónde estamos poniendo nuestra atención?