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Una nueva perspectiva: adolescencia queer.

Durante la última década hemos visto como el colectivo LGTBQ+ y en general la experiencia queer ha tenido más representación en el cine que nunca, dándonos nuevas perspectivas a la hora de abordar los géneros que ya conocemos. Uno de los géneros con más perspectiva queer de los últimos años ha sido sin duda el llamado coming-of-age, películas sobre adolescentes, preadolescentes o adultos jóvenes que intentan encontrar su lugar en el mundo con todos los cambios que su edad les impone. La experiencia queer durante estos procesos no solo ha sido más difícil sino que a menudo se encuentra invisibilizada en el cine y la televisión.

Happy Together (1997)

Ya en los años 90, con la popularización de la teoría queer, la terrible crisis del VIH y las protestas del colectivo, la experiencia queer comenzó a ganar visibilidad, aunque aun con un largo camino por delante. Es en este momento cuando las películas de temática LGTBQ+ comenzaban a surgir en variantes mucho más tolerantes e intimistas, que buscaban reflejos fieles a la realidad más que las fantasías exuberantes de John Waters o películas y documentales de bajo presupuesto que pasaban bajo el radar del gran público. En este contexto obras como Mi Idaho privado (1991) de Gus Van Sant o las películas de Gregg Araki supusieron una nueva forma de ver la realidad homosexual de los jóvenes de la época. También hubo representación homosexual y transexual fuera de E.E.U.U. con la maravillosa Happy Together (1997) de Wong Kar-wai o la oscarizada Todo sobre mi madre (1999) de Pedro Almodóvar, pasando por Fucking Amal (1998).

The Watermelon Woman (1996)

La experiencia queer poco a poco se fue estableciendo como una temática importante a tratar en el cine independiente y se mezcló con otras causas como la representación afroamericana, dando lugar a una corriente que viene desde el documental Tongues United (1989) pasando por el cine independiente americano con The Watermelon Woman (1996) o Pariah (2011) hasta una ganadora del Oscar a mejor película, Moonlight (2016). Durante el comienzo del Siglo XXI, los coming-of-age fueron abriendo sus fronteras a nuevos terrenos y a experiencias más íntimas, y con ello muchas historias sobre personajes del colectivo llegaron a la gran pantalla desde But I'm a Cheerleader (1999) hasta Thirteen (2003), La mala educación (2004) o Naissance des pieuvres (2007).

Booksmart (2019)

Ya en la década de los 2010's la representación LGBTQ+ en historias coming-of-age se normaliza (aunque sigue habiendo sectores reacios a esta) y las películas abundan. Céline Sciamma se consagra con Tomboy (2011) y más tarde con Portrait de la jeune fille en feu (2019) y directores como Xavier Dolan o Luca Guadagnino con su popularísima Call Me By Your Name (2017) terminan de abrir esta nueva etapa más libre y más íntima que nunca en lo que a cine queer se refiere. Incluso el coming-of-age más mainstream ya termina de aceptar integrar personajes LGBTQ+ con películas como Booksmart (2019) o la serie Heartstopper (2022) de Netflix. Si algo hay aún por mejorar es la representación de la transexualidad, que a pesar de grandes películas como 20.000 especies de abejas (2023), sigue sin tener ni de cerca ni la cantidad mi la calidad de representación que tiene la homosexualidad tanto masculina como femenina en cine.

Ha sido un largo viaje, y aún no ha acabado, pero por fin se puede decir que existe representación queer, no solo en su forma más banal, en el cine y que no solo existen personajes queer, sino que se nos cuentan sus historias y experiencias.

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