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La vida es una eterna ilusión: si te victimizas, el mundo se volverá tu enemigo

Spoilers

La vida es una eterna ilusión es una película del año 1991, que marcó el debut del director Jaco Van Dormael. Ganó el premio al Mejor Director en el Festival de Cine de Cannes y los premios a la Mejor Película, Mejor Guión, Mejor Actor y Mejor Cinematografía en los Premios de Cine Europeo.

La historia es simple: el protagonista llamado Thomas, cree que él y su vecino Alfred fueron intercambiados por error al nacer durante un incendio en el hospital. Por eso, Thomas siente resentimiento hacia Alfred y lo culpa por las partidas de su familia y seres queridos. Sin embargo, un día descubre que podría no ser víctima de su vida.

La trama de La vida es una eterna ilusión es simple, pero su narrativa es muy creativa. Las tres líneas argumentales de la infancia, juventud y vejez de Thomas se entrecruzan e incluyen las fantasías del protagonista con elementos surrealistas dentro de su profundo realismo.

En la perspectiva de Thomas, su familia es desafortunada: su padre es un piloto de bajos ingresos, su madre está desempleada y su hermano tiene síndrome de Down. En cambio, Alfred, quien nació el mismo día y en el mismo hospital que Thomas, vive una vida de privilegios desde su nacimiento.

La vida es una eterna ilusión presenta diferencias visuales entre los distintos tipos de vida: en su cumpleaños, Thomas observa cómo Alfred recibe un auto de juguete de tamaño real que puede conducir, mientras él solo recibe un pequeño auto que cabe en la palma de su mano. Muy enojado, va a la casa de Alfred para contarle que en el día en que nacieron, ocurrió un incendio en el hospital y fueron intercambiados en medio del desastre. Él cree que debería ser él quien viva en la gran mansión, no Alfred.

La película no deja en claro si el incendio realmente ocurrió o si fueron intercambiados. Mi interpretación es que es muy probable que ninguno de los eventos haya ocurrido en realidad. Thomas inventa estos escenarios por cómo percibe la injusticia de la vida, e intenta compensar su desequilibrio interno. Sin embargo, esta mentalidad victimista hace que su vida se vuelva más dolorosa con el tiempo. Cuando te sientes víctima de la vida, empiezas a creen en ese rol y todo parece lastimarte.

Luego, el padre de Thomas muere en un accidente de avión y su hermana Alice se inmola para demostrar su amor por él. Thomas atribuye todas estas tragedias a Alfred.

Cuando crece, Thomas se encuentra con una mujer llamada Evelyn. Evelyn está casada, pero planean escapar juntos. Antes de fugarse, Evelyn desaparece sin decir una palabra. Thomas descubre que el esposo de Evelyn es Alfred, su enemigo que le robó su vida y su primer amor.

Luego de una vida de desilusiones, Thomas llega a la vejez y su odio hacia Alfred se profundiza con el tiempo. Thomas planea matarlo, pero al llega a la puerta de Alfred, lo apunta con un arma y solo pronuncia un "bang".

Alfred reconoce a Thomas y lo invita a su casa, donde le revela que siempre sintió envidia de él. Alfred envidia la libertad de Thomas y su capacidad para elegir su propio camino. Thomas se sorprende y descubre que la persona que aspiraba ser también siente un inmenso dolor. Alfred también le revela que siempre supo que fue él quien se llevó a su esposa, Evelyn. Thomas se sorprende, porque fue él quien arruinó el feliz matrimonio de Alfred y Evelyn.

Thomas finalmente se da cuenta de que los demás no lo ven como una víctima, sino como el perpetrador de sus actos. Su hermana Alice, su amante Evelyn y su vecino Alfred, todos ellos sufrieron daños por su obsesión y algunos incluso pagaron con sus vidas. Ahora entiende que su vida no fue arruinada por otros, sino que sus obsesiones destruyeron su propia vida y la de lo demás.

El final tiene un significado de redención: Thomas vuelve a la casa de Alfred y lo encierra en la cocina. Adopta su apariencia y engaña a los enemigos de Alfred para que crean que es él. Finalmente logra la identidad que tanto deseaba, pero esta vez con la intención de morir en su lugar.

La vida es una eterna ilusión muestra que la trágica vida de Thomas no es causada por otros, sino por su propia mentalidad victimista.

La mentalidad victimista es un patrón de pensamiento en el que la persona tiende a atribuir sus fracasos y contratiempos a factores externos incontrolables. Así fomenta una mentalidad que se centra en sí misma. La mentalidad victimista proyecta a otros o al mundo externo como agresores y crea una relación antagonista con el mundo exterior.

La mentalidad victimista es muy peligrosa. Primero, lleva a la queja y a culpar a factores externos, por lo que se evita enfrentar los fracasos propios. El primer paso para resolver un problema es enfrentar la realidad. Atribuir las desgracias a factores externos o a otras personas es una forma de escapar de los problemas.

La mentalidad victimista lleva a la persona a socavarse a sí misma y refuerza los sentimientos de inferioridad. Al creerse víctima, la persona se acostumbra a ser débil. Esto le brinda excusas para no esforzarse y le roba la valentía y la determinación necesarias para cambiar.

Para finalizar, la mentalidad victimista impide confiar en los demás y aísla a la persona, por lo que la lleva por un camino solitario. En La vida es una eterna ilusión, el protagonista Thomas no tiene amigos sinceros, la única relación cercana que tiene es con su hermano que sufre síndrome de Down. Debido a su mentalidad victimista, no confía en los demás. Thomas rechaza el cuidado y la preocupación de sus colegas o el interés de las enfermeras sobre su bienestar.

La forma en que te percibes a ti mismo y al mundo que te rodea configura cómo el mundo te trata. Si te ves a ti mismo como una víctima, al igual que Thomas, al final sentirás que todo el mundo está en tu contra.

Liberarse de la mentalidad victimista es esencial para convertirse en el dueño de tu propio destino.

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