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El mecanismo de la empatía en el cine a través de la teoría de Lacan

Imagina este escenario de ver una película en el cine:

Un grupo de personas se reúne en un cuarto con poca luz y se sientan muy cerca una de la otra. Resisten la necesidad de ir al baño o de fumar, su atención se centra solo en la pantalla. A medida que la pantalla cobra vida, son transportados a un tiempo y lugar diferentes. Ya no son solo espectadores, sino participantes activos en la historia que se desarrolla. Estas personas están dispuestas a gastar su dinero para sumergirse en emociones que suelen evitar en su vida cotidiana. Su nivel de compromiso con esta experiencia supera el de sus esfuerzos profesionales.

¿Qué nos cautiva del cine?

El atractivo del cine yace en su capacidad para generar emociones y transportarnos a realidades alternativas. Dentro de una sala de cine, podemos escapar de nuestras preocupaciones y sumergirnos en un mundo de fantasía e imaginación. Podemos adentrarnos en galaxias lejanas, viajar en el tiempo o presenciar hazañas extraordinarias de superhéroes. El cine nos brinda la oportunidad de encontrarnos con lo extraordinario, aunque solo sea por un rato.

A través del arte de la narración, podemos sumergirnos en las vidas de los personajes, conectando con sus luchas, triunfos y todo lo que hay en medio. Nos involucramos emocionalmente en su viaje, experimentamos su alegría, tristeza y miedo como si se tratara de nuestros propios sentimientos. Al experimentar las narrativas de los personajes, reflexionamos sobre nuestras propias vidas. Cuando vemos una película, nos proyectamos en el protagonista. La empatía que sentimos hacia el personaje principal es una prueba del poder de la narración. Nos permite ponernos en los zapatos de otra persona, percibir el mundo a través de sus ojos y comprender su perspectiva. A través de esta conexión empática, comprendemos de una forma más profunda la experiencia humana, se fomentan la compasión y la empatía en nuestras propias vidas.

¿Cómo se da la empatía?

Según la teoría del espejo de Lacan, los individuos desarrollan un sentido de sí mismos y una percepción del mundo a través de la identificación con su propia imagen reflejada. Este concepto de identificación también se relaciona con la experiencia de ver una película, donde los espectadores proyectan sus propias emociones y experiencias en los personajes y crean un sentido de conexión y empatía.

Lacan establece que durante la etapa del espejo, que ocurre entre los 6 y 18 meses de edad, un niño reconoce su propia imagen y desarrolla un sentido de sí mismo al identificarse con ella. Esta identificación se basa en la percepción del niño de totalidad y completitud en el espejo y en los demás, en contraste con su sentido de sí mismo fragmentado e incompleto.

La etapa del espejo es crucial en el desarrollo del ego, ya que establece un sentido de unidad y coherencia en la autopercepción del individuo. Sin embargo, Lacan sugiere que esta autopercepción es defectuosa. La imagen reflejada en el espejo presenta una versión idealizada de uno mismo, diferente de la realidad fragmentada e incompleta. A medida que las personas crecen, buscan la validación y el reconocimiento de los demás y se comparan con el ideal percibido reflejado en los demás. Esta búsqueda perpetua de la identidad y validación lleva a las personas a proyectar sus propios deseos, temores e inseguridades en los demás, viéndose a sí mismos en las acciones y comportamientos de los que los rodean.

Este fenómeno de verse a uno mismo en los demás se relaciona con el concepto de empatía e identificación en el contexto de ver películas. En el contexto del cine, la pantalla actúa como un espejo, refleja imágenes y narrativas. Los espectadores se ven reflejados en los personajes y situaciones representadas en la película, lo que lleva a un sentido de identificación y conexión emocional.

A través del lenguaje cinematográfico de elementos visuales y auditivos, las películas crean un ambiente simbólico que resuena con los deseos, temores y fantasías de los espectadores. Los personajes y sus experiencias se convierten en un reflejo de las propias luchas y aspiraciones de la audiencia y les permite proyectarse en la pantalla. Este proceso de identificación permite a la audiencia experimentar las emociones y conflictos retratados en la película.

Además, la estructura narrativa de las películas suele seguir un modelo de carencia y deseo, que refleja el concepto de Lacan sobre el deseo perpetuo del ser humano de buscar la plenitud.

Lacan también establece que la etapa del espejo es crucial en el desarrollo del deseo humano. El niño, al ver su reflejo, experimenta una sensación de unidad e integridad y se percibe a sí mismo como una entidad coherente y completa. Esta imagen en el espejo se convierte en la versión idealizada del yo, a la que el niño se esforzará por alcanzar a lo largo de su vida.

Sin embargo, Lacan sugiere que esta imagen idealizada del yo es inalcanzable, ya que es una mera ilusión. La etapa del espejo crea una división entre el yo real y el yo ideal, lo que lleva a una perpetua sensación de carencia y deseo. Este deseo se percibe como una búsqueda eterna de lo inalcanzable, impulsada por la búsqueda constante de la unidad y la integridad perdida experimentada en la etapa del espejo. Este deseo no se satisface al cumplir necesidades o deseos específicos, sino que es un deseo continuo de una sensación de plenitud que nunca se puede alcanzar completamente.

Sin embargo, ver una película puede crear la ilusión de alcanzar la plenitud. Los deseos y búsquedas de realización de los personajes reflejan los deseos propios de los espectadores. Mientras se desarrolla la historia, los espectadores se involucran emocionalmente en los viajes de los personajes, experimentan una sensación de catarsis y satisfacción cuando se cumplen o resuelven sus deseos. Este proceso crea una experiencia emocional compartida, fomenta la empatía y la conexión entre los espectadores y la película.

La empatía de los espectadores con el protagonista en las películas es un elemento fundamental que mejora la experiencia visual y hace que la historia sea más impactante. Crea una conexión emocional, permite la suspensión de la incredulidad, fomenta la identificación, facilita el crecimiento emocional y mejora la narración. Los cineastas se esfuerzan por crear personajes que resuenen con el público y que través de esta empatía en las películas se deje una impresión duradera.

Sin embargo, no todas las películas logran establecer esta empatía. En algunas películas pueden suceder acciones en pantalla, que no logran conectar ni captar la atención de los espectadores ¿Por qué ocurre esto? Por varias razones, pero una explicación podría ser que el protagonista pierde por completo la empatía de los espectadores. Como creador, es lo último que se quiere que ocurra.

La inversión emocional de los espectadores depende de la transferencia y si el creador no logra establecer una conexión emocional entre los espectadores y el protagonista dentro del primer acto de la película, ninguna escena logrará involucrar a los espectadores con la historia.

Ahora que se explicó el mecanismo de la empatía en el cine, ¿cómo ayuda este conocimiento a crear películas? ¿Cómo asegurar que la empatía se aplique de forma efectiva?

Para asegurar la empatía en una película, es esencial mantener la consistencia y coherencia en los personajes y la historia. Una mala escritura puede socavar la empatía establecida en un inicio. Es importante tener en cuenta que garantizar la consistencia de los personajes no significa que deban ser realistas como individuos de la vida real. Los personajes deben ser coherentes dentro del mundo de fantasía de la película. Esta coherencia es crucial para mantener la integridad de la película. Sin ella, los espectadores no conectan con los personajes y se genera una desconexión, incluso pueden irse del cine.

Los creadores tienen métodos efectivos para fomentar la empatía entre los espectadores y los personajes. Existen dos formas de lograr esto.

La primera es generar simpatía por el protagonista. Al adentrarse en las profundidades del protagonista, los espectadores descubren una humanidad compartida, que genera simpatía. Esto se puede lograr por medio de situaciones o daños injustos que sufra el protagonista.

La segunda forma es generar admiración hacia el protagonista. Los espectadores pueden admirar y aspirar ser como el protagonista. Esto se puede lograr al retratar al protagonista como valiente, hábil, humorístico, amable, querido y motivado por sus metas y deseos, incluso hasta la obsesión. Estas son cualidades que se desean tener.

En el próximo artículo, se brindará una lista detallada de las técnicas efectivas y se analizará cómo los creadores establecen empatía entre los espectadores y el protagonista en el inicio de la serie El juego del calamar. La empatía establecida es fundamental para captar la atención de los espectadores e impulsarlos a ver la serie completa.

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