El Legado de Jaws: DOS obras que exploran (bien) los miedos más primarios

POR JERÓNIMO CASCO

JUNIO 27, 21.00 PM | UTC-GMT -3

EL LEGADO DE JAWS: DOS OBRAS QUE EXPLORAN DE MANERA EFECTIVA LOS MIEDOS MÁS PRIMARIOS

Pocas películas se animaron a explorar el miedo a lo desconocido. Pero en este caso no vamos a profundizar en el horror cósmico, subgénero que ya estuvimos analizando, sino en miedos más “cercanos.”

Muchos años pasaron del estreno de la película que cambiaría el cine para siempre:

Tiburón. Considerado el primer blockbuster, la obra maestra de Steven Spielberg sentó las bases de lo que sería el espectáculo cinematográfico definitivo.

Pero por debajo de sus propiedades taquilleras propias de un hit, yace la figura del miedo como protagonista: por falta de presupuesto, el tiburón sólo aparece 4 minutos (si, 4 de 124 que es la duración total) y aún así el director se las rebuscó para generar una enorme paranoia y una sensación de escalofríos alrededor de la presencia del pez que a día de hoy sigue impactando.

¿Que era lo que la diferenció de las películas que mostraban criaturas antes de su estreno? Bueno, para poner en contexto, hay que resaltar que la década de los 70s sin duda fue parte de uno de los momentos (o quizás el) más revolucionarios del cine como tal: la figura del director pasó a tener un poder y presencia mucho más relevante. Si bien las productoras siempre tienen gran parte del poder, la audiencia se encontró con nombres que imponían su visión, en un intento de transformar las normas que regían a un cine repetitivo y demasiado clásico.

Ahí es donde nombres como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Michael Cimino, George Lucas y el propio Spielberg tomaron predominancia en el panorama cinematográfico. Las producciones que incluían monstruos o criaturas se reducían a películas de clase-B como Godzilla (1954) o El monstruo de la Laguna Negra (1954), que si bien no son malas películas, mostraban algunas dificultades en proyectar esos miedos que las historias necesitaban.

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Varias secuelas, reimaginaciones y distintas producciones trataron de emular ese terror y pánico que el "primer blockbuster de verano" produjo, pero existen solamente dos películas que lo han hecho magistralmente: Tremors y Nope, dos títulos que si bien no comparten al mismo tipo de criatura o entorno, capturan a la perfección ese desquicie colectivo provocado por las amenazas no-humanas.

Si el miedo que Jaws infundió (e infunde) es el simple hecho de mirar por debajo del agua para ver que hay, Tremors hace lo mismo con la tierra y Nope con las nubes.

Todo esto es en parte gracias a los creativos planos y posiciones de cámara que presentan las dos películas. Y también el desarrollo de sus personajes, algo que por lo general no es tenido en cuenta a la hora de hacer este clase de películas.

Tremors (1990) nos cuenta la historia de un grupo de personas que viven un desértico pueblo aislado en Nevada donde se encuentran ante la presencia de unos gusanos gigantes que sólo tienen el propósito de matarlos uno por uno. Como en Jaws, se utiliza la cámara subjetiva para poner a la audiencia desde la perspectiva de estos depredadores subterráneos. Y también como en Jaws, aparecen sólo para las escenas de acción más grandes.

El humor que tiene la cinta en relación a las muertes de los personajes es propio de la década, una que utilizaba la ironía como arma de seducción y empatía.

Nope (2022) narra la historia de dos hermanos dueños de un rancho que tras la perdida de su padre, uno de ellos descubre que tal vez haya algo en el cielo que esté amenazando su existencia. Esta es una producción mucho más elaborada y “artística” (si se puede decir) que la mencionada anteriormente, quizás hasta mucho más Spielberg en las vibras, pero que es valida como reminiscencia de Tremors, al provocar los miedos más primarios: generarnos terror por algo en específico.

No se trata del qué, sino del cómo, y tanto Tremors como Nope lo han entendido a la perfección.

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