Guardians Of The Galaxy Vol. 3: En busca del propósito

Tras una espera que pareció infinita, la tercera entrega de Guardianes de la Galaxia llegó a las salas para despedirse y darle un cierre a esta magnífica trilogía.

Las expectativas no eran altas por muchas razones. Después de Avengers: Endgame el horizonte no fue muy prometedor. A pesar del exitoso (y acertado) estreno de WandaVision, serie que inauguró la fase 4, los estudios de Marvel no hicieron más que vomitar reiteradas series y películas creando un bombardeo de información que logró expulsar a gran parte de la audiencia con la que contaba hasta ese momento. Un dato no menor fue el despido de James Gunn en el 2018 y su recontratación en el 2019, cuyo hecho retrasó aún más la producción de esta parte tres que llega tras 6 años de espera.

En este capítulo final, todo comienza cuando los Guardianes son atacados por Adam Warlock, un guerrero soberano que intenta secuestrar a Rocket y, al no lograrlo, termina hiriéndolo gravemente. Mientras sus amigos intentan salvarlo, se dan cuenta que el mapache lleva en su cuerpo un interruptor de muerte que impide curarlo. Así es cómo Quill, Drax, Mantis, Nebula y Groot (con la ayuda de Gamora) emprenden un viaje hasta Orgocorp, la compañía que posee el código de anulación para salvar la vida de su amigo.

En paralelo, a través de recuerdos inconscientes, se descubre cómo Rocket logró convertirse en una mente brillante y un perfecto asesino: el Alto Evolucionador, un científico loco y obsesionado con el control de la naturaleza, lo mutiló severamente para crear una especie antropomórfica superior y así desarollar la “sociedad perfecta” en un mundo diseñado minuciosamente, la Contra-Tierra. A pesar de la tortura y constante intervención quirúrgica, allí forma una valiosa amistad con Lylla, Teefs y Floor, tres “experimentos” que se encuentran retenidos con él y que lo acompañarán en sus momentos más oscuros.

El primer y gran acierto de Gunn fue hacerse cargo de los orígenes de Rocket y brindarle una mayor complejidad a su personaje. El hecho de conocer en profundidad su pasado en esta entrega no solo ayuda a comprenderlo mejor sino a darle ese “espacio” que cada uno de los Guardianes merecía en esta trilogía, porque, a fin de cuentas, el refunfuñante mapache es quien mantiene unido a este equipo. El mensaje es claro: somos nuestro pasado y quienes nos acompañaron en este viaje, todo eso es parte de nuestra historia, pero depende de nosotros quedarnos atascados allí o avanzar hacia otras galaxias en busca de nuestro propósito.

Otra cuestión llamativa en el guion de Gunn es su mirada bíblica en las analogías que hace a lo largo del film. Por un lado, se presenta al Alto Evolucionador como un intento de Dios, ya que su motivación es crear un mundo perfecto a través de la paz entre sus habitantes. Esta perspectiva vuelve a aparecer en la reiterada mención e interés del cielo por Rocket y sus amigos, ese lugar al que algún día iban a llegar para ser felices y libres de una vez por todas; y, posteriormente, en la desgarradora escena en la cual se reencuentra con sus fallecidos amigos en “otro lugar”. La última aparición de este punto es hacia el final, cuando los Guardianes van al rescate de todas las especies que liberaron de los laboratorios del Alto Evolucionador y da la impresión de convertirse en un “Arca de Noé” ya que después pasan a vivir en Knowhere, la improvisada ciudad que terminó liderando Nebula.

Guardians of The Galaxy Vol. 3 es superior a lo que venía haciendo Marvel Studios no solo por todo lo mencionado, sino por la capacidad de darle un cierre digno a cada personaje, con lo justo y merecido, sin la necesidad de caer en lugares comunes o en golpes bajos para que haya un “final feliz”. La película inicia con un clásico de Radiohead, Creep, cuya letra reza por la necesidad de ser perfecto y no “un raro”. Si hay algo interesante en esta trilogía es que Quill, Gamora, Nebula, Rocket, Groot, Drax y Mantis son raros, son marginados y almas rotas llenas de contradicciones, pero lo lindo es eso: son únicos. En otro estribillo de la canción, el autor implora “deseo ser especial” y, a pesar del adiós, estos muchachos sí que lo son.